jueves, 28 de febrero de 2013

KAPUTT
Curzio Malaparte
Los libros de Nuestro Tiempo, José Janes Editor, Barcelona, 1947.

 

Tiro al blanco

Este es ni más ni menos que uno de esos libros que se compran de manera intuitiva. Sólo sabía que tenía ganas de leer a un autor italiano. Buscando, descubrí una edición antigua de Kaputt, la hojeé durante unos minutos y entendí que me había estado esperando quién sabe cuántos años en una estantería polvorienta. Más adelante compré baratos varios volúmenes más de este escritor semiolvidado, pero creo que Kaputt es su mejor obra (EMHO). Además el tema de la Segunda Guerra me interesa mucho, no por el interés militar o tecnológico que se que es lo que a muchos les gusta (lo que me da un poco de asquito) sino porque hace años que vengo intentando formar un rompecabezas dentro de mi cabeza (y todavía no lo consigo) para encontrar las razones por las cuales Europa prácticamente se destruyó a sí misma en cinco años.

El autor

Para entender Kapput hay que entender la vida de Malaparte, y esta es quizás la tarea más difícil. Porque este autor, aparte de periodista y escritor brillante (no escribe como periodista, que es en muchos caso el antónimo del escritor -polémica!); es uno de los personajes más contradictorios que a modo de cronistas, atravesaron el convulso escenario de la Segunda Guerra Mundial y nos dejaron semblanzas y aguafuertes de un acontecimiento que aún hoy es difícil de entender, por lo monstruoso.

Precisamente quizás por este carácter contradictorio de su personalidad, nos deje Malaparte una visión tan original de la guerra, porque, a pesar de oficiar de corresponsal periodístico, pudo recorrer los países aliados a la Alemania Nazi y neutrales, codeándose con  la alcurnia de invasores y nobles invadidos y en decadencia; conocidos suyos de su carrera como diplomático del régimen de Mussolini.

Malaparte era hijo de padre alemán y madre italiana. Su nombre real era Kurt Suckert. Su seudónimo es una evidente ironía en relación a Bonaparte. Fue educado como un perfecto burgués y siguió la carrera de periodista. Como corresponsal y como Capitán del ejército italiano participó en la Primera Guerra, donde fue condecorado varias veces. De regresó se afilió al fascismo y participó de la Marcha sobre Roma de Mussolini. Después de eso fundó y fue parte de diversos medios de prensa, diarios y revistas.

Formó por esos años parte del cuerpo diplomático italiano, codeándose con la nobleza y la alta burguesía de toda Europa. Ya célebre por libros como La revuelta de los santos y Técnica del golpe de estado, fueron estos quienes le trajeron la condena de Mussolini. Lo que le valió ser desafiliado del partido fascista y pasar cinco años en la cárcel, por sus críticas al régimen del Duche. Sólo fue liberado por la intervención del Conde Galeazzo Ciano, yerno de Mussolini. Durante la segunda guerra fue varias veces encarcelado por el régimen fascista, ya que sus artículos enviados desde el frente continuaban siendo críticos al gobierno. Fue refugiado en Suecia y Finlandia (neutrales) y recorrió el frente ruso y la Europa oriental, alternado con los invasores del eje con quien mantenía excelentes relaciones, y en ocasiones también con sus víctimas.

Al concluir la guerra trabajó como enlace militar italiano con EEUU. Después, en otro de los inexplicables quiebres de su ideología, se afilió al partido comunista y en el ocaso de su vida visitó China (la crónica de ese viaje se publicará de manera póstuma), por cuyo régimen comunista-maoísta profesaba una declarada simpatía.

El libro

Kapput es un libro episódico, pero los episodios que se enhebran en su trama no tienen por fuerza que ser leídos linealmente. Podemos abrir sus páginas en cualquier lugar y encontrar historias breves, a modo de artículos que empiezan y terminan, sin relación entre sí. Es decir, la relación de todas las historias es este devenir de Malaparte por el frente enemigo a los aliados, un camino que no tiene más lógica que la del cronista enviado por un medio periodístico, y la del evadido que por momentos se escapa del régimen fascista italiano que lo quiere mandar preso.

Como otrora y más brillantemente desde luego, Leon Tolstoi alternó el escenario de la guerra con el de la pacífica aristocracia moscovita que seguía de tertulia mientras Napoleón evolucionaba por la estepa en La guerra y la paz; Malaparte alterna relatos del frente con la descripción de esta nueva sociedad cortesana surgida con el gobierno de Mussolini, al frente de la cual estaba Ciano. Estos son los tramos más flojos del libro, este escarceo sin fin de la alta sociedad, este puterío de nuevos nobles aliados con la vieja nobleza italiana (Italia estaba plagada de duques, condes y príncipes, algunos sin un centavo), tiene también algo de Proust, pero lamentablemente sin ser Proust.

Lo verdaderamente jugoso del libro son las descripciones del frente ocupado por el nazismo. Un escenario oculto al relato occidental (aliado) de la guerra. Malaparte tenía acceso, como Capitan del ejército, tanto a la zona de guerra como a lo altos mandos de los invasores (y sus esposas e hijas), a los que les narraba las atrocidades de la guerra en noches regadas de burbujas y huevos de esturión. Algunas de las historias que cuenta Malaparte para hacer sonrojar a alguna princesa o dejar con la boca abierta a cierto agregado diplomático, llevan la marca de la fantasía o al menos de la exageración. Caballos congelados en lagos de Finlandia, que sacaban sus cabezas todavía encabritadas fuera del hielo y que eran usadas por Malaparte y un interlocutor como improvisados asientos. Cadáveres de soldados rusos utilizados por los alemanes como señales de tránsito (los brazos congelados indicaban la dirección a seguir). Un general alemán que incapaz de pescar un salmón tras horas de lucha lo manda a fusilar por su edecán. Un reno que muere frente a una embajada mientras los diplomáticos de varios países lo miran sin hacer nada (esto no es más que un símbolo de Europa moribunda). Por momentos Malaparte se nos antoja un moderno Münchhausen que contase historias inventadas a una audiencia atónita, pero esas historias (muchas incomprobables) no son sino simplemente el resultado de otra cosa mucho más parecida a la mentira, a la fantasía o a la locura: la guerra.

Conclusiones

Kaputt es un libro digno de leerse. La descripción de una Europa en vías de volverse kaputt, el cadáver de un continente. Y la descripción además del lado de la guerra que no narraron los triunfadores. Malaparte es además un buen escritor, poético por momentos en las descripciones del frente de guerra, quizás un poco extenso en la narración de las alternativas de sus escarceos palaciegos, un poco fantasioso y siempre dispuesto a dejarse a sí mismo bien parado (si cena a la noche con el gobernador alemán de la Polonia ocupada, dedica la mañana a llevar correspondencia contrabandeada a los judíos de Varsovia). Una crónica más, y muy interesante, para seguir completando un  patchwork que pueda echar un poco de luz al tema de la guerra.
ARRANCAD LAS SEMILLAS, FUSILAD A LOS NIÑOS
Kenzaburo Oé
ABC, España, 2004. Primera edición 1958.

 

Tiro al blanco

Vengo comprando varios volúmenes de esta económica colección de "libros de viaje" que no son tales. La "Biblioteca del Viajero", como se titula esta colección, no es más que una excusa para mezclar las cosas más insólitas (Oé, Faulkner, las memorias de un teniente británico en la Nápoles de posguerra, la crónica de un periodista español en Nepal). En fin, que la ventaja de este desorden es que los libros son en general buenos (hasta los de escritores ignotos), y que podemos comprar un par de autores realmente buenos a precio de ganga.

El autor

Kenzaburo Oé es un autor del que no había leído nada hasta aquí. Wikipediando puedo averiguar que fue premio Novel de literatura en 1994, que tuvo un hijo cuya deficiencia mental lo hizo profundizar en temas relacionados con su patología, que desarrolló en varios libros; y que esta novela corta la escribió a los veintitrés años, lo cual es asombroso teniendo en cuenta la solidez que demuestra como escritor.

El libro

Arrancad las semillas… cuenta la historia de un grupo de niños y pre-adolescentes internados en un reformatorio japonés, que por la amenaza americana durante la segunda guerra mundial, son trasladados dentro de Japón a un pueblo en las montañas. Del grupo se destacan el narrador en primera persona, su pequeño hermano, llevado al reformatorio por su padre porque ya no podía cuidar de él; y Minami, alter ego del protagonista y consuetudinario homosexual perdidamente enamorado de los cadetes del ejército japonés.

Desde el comienzo de la novela Oé se encarga de tejer alrededor del grupo de niños, una suerte de destino en el que son perpetuamente presos, por más que se trasladen a cielo abierto con la sola presencia de un celador. En todo el camino a su objetivo, un lejano pueblo aislado, el grupo está rodeado de un escenario continuo de amenaza. Los campesinos, las patrullas del ejército que persiguen por el bosque a un desertor, todos los rechazan y, de intentar escapar, como Minami y otro compañero, los persiguen y los castigan sin piedad. No hay, aún sin existir muros o celdas, adonde escapar.

Entremedio de todo esto se destaca el talento de Oé, que describe con ojos y prosa de poeta esta foresta contradictoria del Japón, donde convive, como decía Blazco Ibañez, la exuberancia vegetal de una selva, con el inclemente frío de la montaña, que congela a la aurora el agua de los baldes con los que los niños lavan sus rostros tiznados.

Cuando por fin llegan al pueblo, aislado en las gélidas montañas y al que sólo se puede acceder a través de un puente, el ambiente se pone aún más denso a su alrededor. De a poco se revela que la pequeña aldea está amenazada por una supuesta epidemia (los niños son obligados a enterrar a los animales infectados). Finalmente, los habitantes, en la muestra de una antigua costumbre nipona, abandonan el pueblo y clausuran el puente, dejando a los niños librados a su suerte.

Aquí empieza otro libro. El comienzo de la novela no es más que una excusa para hacer plausible el hecho de este aislamiento. Existen muchos ejemplos en la literatura y el cine de la fantasía de un grupo o un individuo aislado en un medio extraño: una isla desierta (Robinson Crusoe, El señor de las moscas), una ciudad post-nuclear, una selva, un desierto. En este caso los niños, que abandonados y encerrados logran escapar, eligen cada uno una de las casas abandonadas, fuerzan las puertas y se convierten de a poco en una proto-sociedad formada por delincuentes juveniles, una niña abandonada que vive durante días junto al cadáver de su madre, y un niño coreano de una aldea vecina y que esconde en su casa al soldado desertor.

En este escenario insólito, surge inesperadamente la solidaridad, el ingenio, la aventura de la cacería para subsistir, y el amor entre el protagonista y la niña abandonada. Hasta el sexo, entre el protagonista y la niña, entre el protagonista y el soldado desertor, tiene un lugar en la historia; actuando como desesperada afirmación de la vida en un contexto desolador y terminal. Con mecanismos surgidos de la propia dinámica del intercambio entre los protagonistas (está el líder, el fuerte, el soñador, el cobarde) se construye esta sociedad experimental formada por niños (un poco a lo Goldwin); que tiene algo de utópica.

El regreso de los campesinos romperá esta burbuja en la que circuló, por el acotado tiempo del aislamiento, una sensación parecida a la felicidad. Los actos de los niños se condenarán, el soldado desertor será atrapado y asesinado, y el protagonista, único que se resistirá a pactar un silencio cómplice que no condene al alcalde  y a los campesinos que los habían abandonado en la aldea, será desterrado. Sólo para terminar perseguido en la foresta, acorralado como un fiera salvaje, preso de un destino del que nunca pudo escapar.

Conclusiones

"Arrancad la semillas, fusilad a los niños" es el libro de un novelista pero también de un poeta. Lleno de profundas metáforas (como cuando el niño coreano dibuja el ideograma de su propio nombre sobre la tierra apisonada que cubre la tumba de su padre), nos lleva a un país real, pero que entre sus nieblas heladas y sus bosques profundos y amenazadores, crea un ambiente de irrealidad. Los personajes, el escenario, el papel que juegan entre ellos, son además pacientes símbolos de una estructura que simula un mundo que comenta con sutileza oriental las taras y los horrores del nuestro.
Mi biblioteca japonesa

Por las constricciones arquitectónicas de mi  morada no poseo una biblioteca extensa. En cambio, tengo un sobrio ropero con puertas, construido por mi con los restos de un placard  familiar. Allí dentro se acomodan de trescientos a cuatrocientos libros los mejor que pueden. En dobles y triples filas, en pilas, pirámides, escaleras. En profusa promiscuidad de géneros y temas.

Pero la alegre anarquía a veces excede los límites físicos de mi ropero-biblioteca, porque todo el tiempo llega gente nueva a formar parte de la comunidad. Por tanto, de vez en cuando, extensas y profundas razias remueven aquellos ejemplares ya leídos y que no han hecho las suficientes buenas migas con el bibliotecario como para que este los considere imprescindibles. Es así como montones de libros, fascículos y a veces revistas, son dispuestos en un oscuro y desvencijado bolso que guardo al efecto, y salen ocultos rumbo a la compraventa de libros usados.

Me ha ocurrido que lo que llevaba en mi bolso, con la esperanza de achicar espacios y de paso traer de vuelta algún libro "nuevo", ha sido tan apreciado por el librero de turno, que han regresado casi la misma cantidad de libros de los que pensaba deshacerme. Fue por un lado una alegría verme con veinte o treinta libros con nuevos temas para lectura y autores renovados, pero por otro los problemas demográficos de mi ropero persistían.

En otras ocasiones, las más de las veces, lo que llevo en mi bolso no causa ningún interés en el eventual librero. O bien, como siempre sucede (sobre todo con los vendedores de autos usados) lo que uno lleva no vale nada y lo que ellos tienen vale demasiado. Cómo ellos tienen el lado de la sartén con el mango, uno no puede menos que ceder a sus pretensiones leoninas. Después de todo el objetivo no es otro que deshacerse de algo que nos entorpecía; pero de todos modos es amargo ver cómo una nutrida pila de revistas de aviones que coleccionamos ávidamente en nuestra primera juventud, desaparece a cambio de un solo volumen de la Biblioteca de los Grandes Pensadores.

Antaño el funcionamiento del canje de libros era más llano. La mecánica era el simple y trasparente dos por uno. Ud. trae dos novelas y se lleva una. Dos revistas, lo mismo. No había regateo o discusión posible, la ley era rígida como la del Talión. Hoy en día el librero entrará en Internet y sabrá al instante el precio exacto de lo que le ofrecemos, desarticulando cualquier tipo de sanata que uno lleve preparada acerca de lo valioso de este libro que nos trajo nuestra madrina desde Innsbruck.

Con el tiempo mi ropero muta hacia lugares del conocimiento parecidos a mis intereses del momento. A veces aumenta el volumen de novelas y luego decrece, para dejar paso a libros y revistas de relojería. Luego las revistas desaparecen y el barrio de la filosofía saluda nuevos visitantes llegados de una mesa de ofertas. Los libros de pintura que colmaban los estantes, van mermando y ahora la historia y las biografías ganan por goleada. Así mi ropero se me antoja un país, un Japón de proporciones acotadas donde cada espacio es precioso por lo limitado, y donde cada habitante que se va deja espacio a uno nuevo que ocupa su lugar. Un organismo vivo que se transforma, crece, muta. Me gusta pensar que en ese amasijo gris que porto entre las dos orejas sucede lo mismo.

martes, 26 de febrero de 2013

POR EL BIEN DE LA CAUSA
Alexander Solschenitzin
Bruguera, Barcelona, 1974.

 

Tiro al blanco

Otro hallazgo en una librería improbable de venta de revistas usadas en una galería de Berazategui. Me estaba esperando en una estantería escondida, prolijamente envuelto en polietileno, al comodísimo precio de quince pesos. Prácticamente salí corriendo de la librería, con una sonrisa del tamaño de un Cadillac (Michel Pfeiffer a Jeff Bridges en Los Fabulosos Baker Boys).

El autor

Este es uno de esos casos donde la historia del autor es tan o más interesante que su obra. Solschenitzin (corto y pego este apellido impronunciable) es un escritor ruso que durante el largo gobierno de Stalin, tuvo la mala idea de criticar al régimen de la URRS en unas cartas que se enviaba con un amigo mientras estaba en el frente durante la segunda guerra. Cayó sobre él la policía del régimen, y le dieron en juicio sumario y expeditivo una condena leve: ocho años de trabajos forzados en Siberia y otras bellas prisiones de lo que el bautizó como "Archipielago Gulag".  Tuvo suerte, poco después el régimen unificó todas las condenas en veinticinco años, según él mismo cuenta.

Solschenitzin vivió el archipiélago (en el sentido de una tierra fragmentada pero que se vivenciaba como lo mismo exactamente en cualquiera de sus fragmentos) desde adentro y sobrevivió para contarlo. Se convirtió así en uno de los principales críticos del régimen comunista, a través de los cuales occidente conoció una parte de la realidad tras la cortina de hierro (la parte que el régimen quería precisamente ocultar).

Por esta razón, o quizás porque se trata de un gran escritor, en 1970 se le adjudicó el premio Novel de literatura. Paradójicamente no fue sino hasta 1974 que Solschenitzin fue a retirar su premio, pues tenía miedo de salir de la URRS y que no le dejarán volver a entrar. De todos modos emigró a los EE.UU. y no fue sino recién hasta la presidencia de Putin, a mucho tiempo ya de caída la cortina de hierro, que se le hizo en Rusia una serie de merecidos homenajes.

El libro

Se trata de un típico libro de bolsillo, de esta colección incomprensible que es "Libro Amigo" de Bruguera. Tengo de esta misma colección una historia del jazz y un extenso tratado de ajedrez. Ignoro en qué pensaban los amigos de Bruguera cuando elegían los títulos para esta colección. ¿Tal vez desorientar a los lectores?

Como sea, este compacto volumen de apretadísima tipografía, recoge una serie de cuentos y novelas cortas de Solschenitzin. Son sus títulos más conocidos y en los que se revela como un escritor sólido, a veces cercano a lo poético cuando escribe una serie de "Miniaturas en prosa", a veces a lo kafkiano, como en La casa de Matriona. Como todo escritor ruso Solschenitzin tiene a favor un escenario que fascina a cualquier occidental y más a un sudamericano. Pueblos campesinos pobrísimos en medio de la estepa, congelados en la edad media. Gentes cuya jornada ordinaria se desenvuelve con total normalidad a cuarenta grados bajo cero. Y lo fundamental, la descripción de las taras de la burocracia y la corrupción de un régimen donde, como había pronosticado Orwell, algunos eran "más iguales que otros". Por otro lado refleja también una juventud vivaz, inquieta intelectualmente, llena de esperanzas, como en Por el bien de la causa quizás solamente para que nos duela más cuando la administración les quita el edificio de la escuela que ellos mismos habían colaborado en construir.

Pero la joya de este volumen es el extenso cuento Un día en la vida de Iván Denisovich, cuento que lo hará célebre en el mundo entero y que será el germen de la novela "Archipiélago Gulag" la larga relación en la que Solschenitzin cuenta sus años en prisión. Un día en la vida de Iván Denisovich es una obra maestra, donde el autor cuenta una jornada desde el amanecer hasta la noche de un preso en un campo de concentración siberiano. El modo en que la vida es reducida a sus mínimas condiciones, en que el hombre se las arregla para en el contexto más absurdamente adverso encontrar el disfrute en cosas minúsculas (una feta de salchichón, la colilla de un cigarrillo, la satisfacción de un trabajo bien hecho), la manera en que el ser humano se debate en medio del barro para no perder la poca dignidad que le queda y que lo separa de convertirse en un animal; todo esto narrado con veracidad y poesía.

Shujov, el protagonista, se las arregla para no perder la inocencia, para mantenerse en este mundo naufragado donde ante el menor desacato a las insólitas y antojadizas leyes del sistema, se lo envía a la carbonera, una celda gélida donde un castigo de diez días puede significar fácilmente la muerte. Con astucia, pero también con sentido del compañerismo y protección al débil, Shujov es la herramienta inventada por Solschenitzin para tejer esta parábola donde el hombre sobrevive al sistema sin envilecerse.

En términos estilísticos, Solschenitzin estaba evidentemente anoticiado del devenir de la literatura contemporánea, porque en  Un día en la vida de Iván Denisovich encontramos recursos como el salto de primera persona a tercera en el caso del punto de vista del narrador, que nada tienen que ver con el modo clásico de la narración.

Conclusiones

Primer paso para visitar un autor marcado por una experiencia que lo hace volver una y otra vez a contarla. Un día en la vida de Iván Denisovich es una obra imprescindible, como lo fue el "Sepulcro de los vivos" de Fedor  Dovstoievski, que contó en el mismo escenario pero casi un siglo antes, los abusos, esta vez de los zares, hacia un pueblo admirable con una larga tradición de sufrimiento.
EL SIMPLE ARTE DE ESCRIBIR
Cartas y ensayos escogidos
Raymond Chandler
Emecé, Buenos Aires, 2002.

 

Tiro al blanco

Este libro lo conseguí en una mesa de ofertas de la cadena de librerías El Aleph. No había leído nunca a Chandler. Lo conocía como base de las películas de Humphrey Bogart, que encarna magistralmente a su oscuro héroe Philiph Marlowe.

El autor

Chandler es uno de los tantos escritores brillantes y borrachos que nos ha legado Norteamérica. A veces, y sobre todo en estas cartas, nos recuerda a aquel otro brillante borracho y escritor Charles Bukowsky, por su cinismo y por no respetar nada ni nadie en sus escritos. Sin embargo estos no son sus escritos propiamente dichos sino sus cartas. Veremos más adelante la diferencia.

Chandler nace en san Francisco de padres irlandeses y cuáqueros. Es hijo de otro borracho cuyo nombre no nos importa y de una madre que comenzará un largo periplo hasta recalar en Irlanda. Allí su educación es pagada por un tío suyo que lo envía a buenos colegios ingleses pero llegada la edad universitaria no desea seguir pagando por su sobrino. Chandler encuentra un trabajo que abandona rápidamente y vuelve a EE.UU. Se encuentra así, con una esmerada educación en griego y latín y sin un centavo ni un buen trabajo.

Luego del típico trajinar de quien se busca a sí mismo, en el que se las arregla para pelear en la primera guerra enrolándose en un destacamento canadiense de soldados escoceses (!),  Chandler se casa con una mujer divorciada que le lleva diez y siete años, a quien adora. Colabora en diversas revistas de misterio hasta que en 1939 publica su primera novela El sueño eterno, que lo llevará a la fama y a Hollywood, donde hará el dinero grande. En 1954 muere su esposa. En 1955 intenta suicidarse sin éxito y pasa una temporada en un neuropsiquiátrico. Finalmente muere en 1959.

El libro

Hay que hacer mención, antes de introducirse en el libro, de los otros libros, o mejor dicho de "Los Libros" de Raymond Chandler; pues en realidad esta colección de cartas jamás fue pensada por el autor para ser publicada. La prosa de los libros serios de Chandler es un estilo de narración profundamente descriptivo, que busca minuciosamente escenarios, personajes y tramas verídicas, pero normalmente consigue el tipo de melodramas policiales cuyos personajes se convertirán en los típicos estereotipos del detective privado fracasado, la prostituta irredimible de la cual éste se enamora, y el paisaje de bajo fondo donde todos son malvados. Todo esto típico de la novela negra.

Normalmente disfruto mucho este subgénero tan visitado de los "libros de cartas" o de correspondencia. Hay verdaderos pasajes clásicos de la literatura en este subgénero, como los son las célebres "Cartas a Theo" de Vincent van Gogh. Lo que leemos en un volumen de cartas tiene una frescura y una espontaneidad que no encontramos en otro tipo de escritos. ¿Son las cartas de Chandler mejores que su prosa destinada a la imprenta? No podría afirmar eso, pero sí son otra cosa. Y esa cosa es vibrante y rebosante de talento, en tanto que sus novelas parecen constreñidas a decir lo que la trama, los personajes y las situaciones que Chandler se esfuerza por representar las obliga.

Agobiado por un insomnio tenaz que lo acompañó toda la vida, Chandler dedicaba las noches a dictar sus cartas a una grabadora; grabaciones que luego transcribía su secretaria mexicana en su casa con vista al Pacífico de "La Joya"; una típica postal americana. Esto dejó a sus fanáticos una colección de innumerables cartas: a sus editores, a sus amistades, a otros escritores; en las que normalmente, luego de resuelto el motivo por el cual desea enviar la esquela, se dedica a divagar sobre los más diversos e insólitos temas.  

Chandler hace gala así de su aguda inteligencia, de su humor cercano al monólogo y al stand up, de un cinismo cruel que dirige una mirada sin compasión al mundo que lo rodea. De paso y entre el variopinto universo del que habla, nos comunica sus costumbres de escritor, algo muy apreciado por otros escritores que desean ser alguien en el mundo de las letras. Los "escritos para escritores" también son un subgénero muy popular.

Transcribo algunos pasajes memorables; al leerlos es inevitable imaginarse a Chandler a oscuras, reclinado en su sillón, mirando la costa del Pacífico constelada de estrellas con un vaso de trago largo en la mano repleto de Bourbon. 

Sobre la inspiración:

" Lo importante es que haya un espacio de tiempo, digamos cuatro horas al día, en que un escritor profesional no haga nada más que escribir. No tiene que escribir, y si no se siente en condiciones no debería intentarlo. Puede mirar por la ventana o ponerse de cabeza o retorcerse en el piso. Pero no puede hacer ninguna otra cosa positiva, como leer, escribir cartas, mirar revistas o firmar cheques. Escribir o nada. Es el mismo principio que sirve para mantener el orden en una escuela. Si se puede hacer comportar a los alumnos, aprenderán algo sólo para no aburrirse. A mi me funciona. Dos reglas simples: a, no es obligatorio escribir; b, no se puede hacer otra cosa. El resto viene solo."

Acerca de la publicación de un resumen de uno de sus libros. Los americanos acostumbraban a publicar resúmenes cortos (digamos la extensión de un cuento) de las novelas más populares; una costumbre que me resulta absolutamente incomprensible.

"La bastardeada anécdota que aparece bajo mi nombre en Cosmopolitan (que sus ganancias sean las mas grande de la historia) contiene palabras y frases que no escribí, diálogo que no pronunciaría, y lagunas que son comparables a la amnesia en la luna de miel. Es el cadáver de un libro, al que le ha hecho una autopsia un ladrón de cementerios borracho y lo ha vuelto a coser un marinero con delirium tremens."

El libro está lleno de joyas como estas.

Conclusiones

Es uno de esos libros que siempre tengo a mano cuando no tengo nada nuevo que leer. Y siempre que lo releo me saca una sonrisa por lo inteligente y bien escrito. Además, leyendo esa prosa suelta y casi de libre fluir de la conciencia, a uno le entran ganas de ponerse a escribir.
BOSQUES Y HOMBRES
Ernst Wiechert
Emecé Editores, Grandes Novelistas, Buenos Aires, 1962.


 

Tiro al blanco

La historia de cómo compré este libro es una de esas historias que sólo son significativas para quien las vive, y para quien la escucha puede quizás parecer tonta. Había leído este libro hace muchísimos años. Lo descubrí revolviendo en una biblioteca de barrio de la que, conocido de la bibliotecaria, deambulaba libremente entre los anaqueles de metal. No conocía al autor, del que aún hoy tengo apenas referencias. Me enamoré de este libro. Pensé incluso no devolverlo, pero nobleza obliga, fue reintegrado puntualmente. Muchos, pero muchos años después lo encontré en una librería de usados y lo compré sin dudarlo. De vez en cuando lo releo y lo encuentro casi tan maravilloso como la primera vez.

El autor

Por la época que leí Bosques y hombres su autor permaneció para mi largo tiempo en el misterio. Casualmente, mucho después, en una revista ajada sobre la cultura alemana (creo que editada por el Instituto Gohete o algo así) encontré una referencia biográfica. Decía que Wietchert era un escritor que en su época había abogado por la recuperación de las tradiciones alemanas, con sus historias campesinas (yo me imaginaba al estilo Hansel y Gretel) y una recuperación (¿bucólica?) del pasado teutón. Sonaba a Wagner, a nacionalismo conservador a ultranza, tufillo que me lo hizo antipático. Hasta que, en el último párrafo, la breve biografía aclaraba que junto a otros autores, las obras completas de Wietchert habían tenido el honor de ser arrojadas a la hoguera por las huestes de la SS hitleriana. Eso me hizo querer al pobre e incendiado Ernst mucho más.

Hoy en día, en que googleamos  cualquier nombre y en instantes sabemos su biografía, no es mucho lo que se encuentra en internet acerca de Wietchert. Fue un prolífico novelista, muy leído durante los años ´30 del siglo XX en Alemania. Desde el advenimiento del nazismo mostró su oposición al régimen a través de su cátedra en la Universidad de Munich, donde llamó a la juventud alemana a conservar su pensamiento crítico ante la influencia del nacionalsocialismo; lo que le valió una temporada en el campo de concentración de Buchenwald. En fin, un tipo con el cual simpatizar.

El libro

Bosque y hombres no es ni más ni menos que un libro de recuerdos. No son memorias, no es una autobiografía; es más bien la mirada hacia atrás de un hombre que añora algo que ha pasado. Y aunque esto no tenga nada original, en el sentido de que a todos nos pasa esto mismo de vez en cuando (se llama nostalgia y cuando es peor melancolía), tiene Wietchert tal amorosa visión sobre sus propios recuerdos, y los recursos de un buen escritor para traerlos a la luz con veracidad, con poesía y hasta con humor; que se siente uno rápidamente involucrado en sus sentimientos, sus simpatías o sus temores. En la caracterización de los personajes de su infancia se ve en Wietchert algo de Dickens o de Hogart, un arte que describe bien lo grotesco.

Pero lo verdaderamente interesante de este "Bosques y hombres" no son los personajes que lo pueblan, sino el escenario. La infancia de Wietchert, comentada desde los albores mismos de la memoria del autor, transcurrió en los bosques de la Prusia oriental. El humedal del bosque, silencioso, solo quebrado por la voz quejumbrosa del águila barbuda. Los grupos de abetos oscuros que borraban el horizonte, junto con los campos de centeno y el lago que alquilaba su padre guardabosques al gobierno (un niño con su propio lago), configuran este entorno único, la tierra que el adulto Wietchert añora y su pasado con ella. Quizás este libro escrito en 1937, momentos convulsos para Alemania donde ya se perfilaba la guerra, no sea sino una recuperación de una patria que Wietchert ya creía perdida. Pero esas son cosas que se le ocurren a uno y quizás Wietchert simplemente transcribió sus recuerdos porque quería, porque había perdido su trabajo y tenía mucho tiempo libre, o estaba en cama con una pierna rota. Quien sabe.

Cada uno tiene sus gustos literarios. Yo soy de los que prefieren una buena descripción a un buen diálogo. En este sentido las descripciones de Wietchert nos llevan a su paraíso perdido, un paraíso poblado de la presencia de este Dios al que Wietchert veía en el bosque (él mismo se ataja del panteísmo en un pasaje), un paraíso que existió en Europa cuando los niños morían de cosas que hoy salvan los antibióticos, donde los lobos todavía rondaban en la espesura como una amenaza nocturna.

El quiebre consiste precisamente en el alejamiento del bosque por parte de estos dos hermanos cazadores, pescadores, pastores y exploradores; para ir a recibir educación formal a la ciudad. Allí Wietchert narra, como una parábola análoga a la cristiana, la pérdida de la inocencia junto con la pérdida de su paraíso. Así las descripciones de los regresos a la casa paterna para los recesos vacacionales se hacen más intensas y profundas, como si por lo fugaces (por la presencia de un fin predeterminado que apremiaba a disfrutar cada segundo) estos períodos hubiesen quedado grabados con más profundidad en los recuerdos del autor.

Nacimiento y muerte. Las navidades. Las cacerías (su primer águila abatida que sería la última por la tristeza que sintió), la muerte de su hermano pequeño, la presencia de una tía loca, un padre demasiado aficionado a las tabernas y una madre enferma de melancolía. El resto es una estructura de episodios separados en capítulos, con una sombra de cronología, una estructura que casi parece innecesaria; como si la magia de estos bosques vistos por un poeta fuera más fuerte, floreciera oscuramente entre las páginas y lo cubriera todo. Y ese paisaje parece engullirse al hombre en la naturaleza abrumadora de la selva negra; un lugar donde en los brezales todavía estará saltando el niño Ernst con su escopeta de pequeño calibre.

Conclusiones

Un hermoso libro, que parece transmitir la melancolía de un hombre que añoraba su pasado, quizás idealizándolo, pero que transmite el amor por la vida sencilla y el contacto con la naturaleza; algo ligado inconfundiblemente al Romanticismo, que se ve que a Wietchert le había llegado un poco tarde.

EL MUNDO COMO VOLUNTAD Y REPRESENTACIÓN
Arthur Schopenhauer
Biblioteca de los Grandes Pensadores, RBA, Barcelona, 2003. 2 tomos.

  

Tiro al blanco

Un amigo me obsequió el primer tomo que durmió en la biblioteca (no tiene sentido iniciar un libro que no se sabe cuándo se va a concluir) hasta que paciente, encontré en una mesa de saldos de la calle Corrientes a su compañero.

El autor

Arthur Schopenhauer es una curiosidad en el mundo de la filosofía, un outsider, aunque involuntario, del sistema. Alguien que fue reconocido en vida por una obra menor como Panerga y paralipómena (un volúmen de pensamientos y aforismos mucho más accesible que el árido El mundo…) y a quien se reconoció como pensador influyente mucho después de su muerte.

Schopenhauer es un personaje atractivo. Misógino, declarado enemigo de Hegel y su filosofía. Inauguró una cátedra de filosofía en la misma universidad y mismo día y horario en que el ya célebre Hegel dictaba clases, el epílogo predecible es que nadie se anotó en sus clases y tuvo que renunciar a su cátedra. Brillante hombre ilustrado, conocedor profundo de las más diversas temáticas, amigo de Gohete, enemigo de los hombres y amante de los perros.

Muchos dicen que, además de filósofo original, el atractivo de Schopenhauer es que era un gran escritor. Es indudable que El Mundo como Voluntad y Representación se lee sin tropiezos porque Schopenhauer ponía especial cuidado en ser claro en la redacción de sus ideas y conceptos. No encontraremos aquí el fárrago dialéctico que el autor criticaba tanto a Hegel. La ideas se expresan con prístina claridad, aunque, claro está, siempre estamos hablando de un texto de filosofía, que exige más esfuerzo y atención que otra clase de textos.

El libro

Antes de iniciar la lectura de El Mundo como Voluntad y Representación conviene haber leído a Kant. Aunque no imprescindible, esta lectura dará otra dimensión al texto de Schopenhauer, que se afirma sobre las ideas de este otro gran pensador alemán, aunque lo rebata y critique en algunos aspectos. Del mismo modo, las ideas de Hume, Locke, Berkeley y Platón (otro gran admirado por Schopenhauer) son sino imprescindibles, si enriquecedoras para entender de dónde viene y hacia dónde va el pensamiento de Schopenhauer.

El gran interrogante que se planteó Kant, fue el de saber de dónde saca el hombre su capacidad de razonar. Básicamente hay dos respuestas; la capacidad de razonamiento del hombre es innata, o es adquirida por experiencia. Hume y Locke habían fundamentado la idea de que la experiencia lo es todo en la formación del pensamiento. Kant da un paso más allá y busca aquella estructura innata que sostiene ese conocimiento adquirido por la experiencia, lo que ya existe a priori antes de la experiencia. El giro revolucionario de Kant (su giro copernicano) es partir del sujeto y no de la "realidad" o del objeto (lo externo al sujeto) para ver cómo éste comprende el mundo. En esto lo ayuda Berkeley. Kant afirma así que el mundo es una construcción del sujeto que lo percibe, filtrada por esta estructura otorgada a priori, y por la experiencia que la nutre. Lo que no es construido, lo que queda fuera del sujeto y no puede ser percibido, es "la cosa en si", la cual nunca puede ser percibida; y con la que Kant ya no se mete.

Luego de esta dilación teórica diremos que en este punto se sube Schopenhauer a este tren filosófico que ya venía funcionando desde hacía siglos. Porque Schopenhauer dirá en su libro que el mundo es la "representación" del sujeto. El mundo como lo ve el sujeto, es una interpretación de la realidad, una construcción filtrada por todos los a priori (espacio, tiempo, ley de causalidad) y eso es lo que el sujeto percibe del mundo. En el caso de la cosa en sí, Schopenhauer asociará este concepto ininteligible a lo que él llama voluntad. La cosa en sí kantiana es la voluntad de Schopenhauer.

Schopenhauer casa las ideas de Kant con las de su admirado Platón y recupera el mundo de las ideas platónicas. Platón decía que las cosas del mundo no son sino un reflejo imperfecto de un mundo de ideas donde se guardan todo los arquetipos perfectos de las cosas. Y acá se complica un poco más la cosa. Porque estas ideas para Schopenhauer (no las ideas de la cabeza sino estos arquetipos), no son más que las objetivaciones menos imperfectas de la voluntad; el elemento fundamental que compone el mundo. Freno de mano aquí.

Según Schopenhauer, los objetos percibidos (representaciones) no son más que objetivaciones o en términos de Kant fenómenos, más o menos imperfectos de la voluntad. De estas objetivaciones las más perfectas son las fuerzas de la naturaleza, le siguen las ideas (las de Platón), después los animales y las más imperfectas somos nosotros mismos y las cosas del mundo. Pobre lugar el del hombre. Pero ¿qué es la voluntad?

La voluntad es la cosa en sí, y como tal no puede ser percibida más que a través de sus objetivaciones adquiridas por la representación. ¿Eh? Exacto, la voluntad no se define más que como la esencia, la fuerza más allá de la comprensión humana que hace que el universo se mueva y que las cosas del universo existan como tales (reflejos  imperfectos de ella). Entonces, esto suena a Dios. No. Schopenhauer se abstiene prolijamente durante todo su libro de hablar de Dios. La voluntad es la energía que mueve el universo,  pero no puede percibirse más que a través de sus reflejos (las sombras de la caverna platónica). Según Schopenhauer el camino más cercano a través del cual el hombre puede llegar a intuir a la voluntad tal como es, es a través del hecho artístico y del goce estético.

Para entender la voluntad, o una de sus facetas, podemos explorar otro texto de Schopenhauer: "Las mujeres, el amor y la muerte". En él, el filósofo alemán entiende al amor, sentimiento tan ensalzado desde el romanticismo a esta parte, no como una emoción digna de los versos de los poetas, sino como un mero instinto (una pulsión como diría después Freud que toma bastante de Schopenhauer) que arrastra al hombre hacia una hembra con la única idea fija de aparearse. Y esa idea fija, que no tiene que ver con la razón o el sentimiento se llama según Schopenhauer voluntad de vivir; que no es otra cosa que el mecanismo mediante el cual la especie se asegura perpetuarse en el mundo, ignorando todo condicionamiento o llamado a juicio de la razón. Y todo el universo lucha en este sentido; cada especie se perpetúa aún a costa de otras; lo que tiene también que ver con Darwin.

Conclusiones

Aquí está pues la concepción del universo de Schopenhauer. Un mundo en perpetua lucha. Donde los instintos se disfrazan de sentimientos para pasar por encima de la conciencia y la razón. Donde somos reflejos imperfectos (los más imperfectos) de una esencia ininteligible la cual no podemos siquiera percibir. Donde la realidad es una construcción del sujeto que la percibe. Y donde no se puede buscar un creador para justificar todo este caos. Lo que queda, como decía Bukowsky, es duro.

lunes, 25 de febrero de 2013

LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Winston Churchill
1964, Editorial Peuser, Buenos Aires. Primera edición 1948.


Tiro al blanco

Estaba buscando este libro en seis tomos desde hacía tiempo, pero la zanja monetaria que nos separaba era demasiado amplia. Hablamos de algo más de cuatrocientos pesos. Había leído el primer tomo prestado en una biblioteca y quería más. En una visita a los quioscos de Parque Centenario encontré una edición a la que le faltaba un volumen. La vendedora pedía doscientos pesos y buscaba desesperadamente el volumen faltante en un desorden ingobernable. Aduciendo la ausencia del volumen ofrecí cien pesos, una canallada. Después hubo un paso de comedia, la vendedora se ofendió ante el desvergonzado regateo, yo amagué una ida como si no me interesara, lo que finalmente cristalizó en ella saliendo de su quiosco medio persiguiéndome por la feria para aceptar mi oferta. El volumen que faltaba lo conseguí de una bibliotecaria amiga, que lo tenía repetido en sus estanterías y me lo cedió generosamente (ahí conocí el término "dar de baja" un libro). De este oscuro modo completé finalmente esta colección.

La lectura de estos seis tomos, los cuales en promedio tienen 600 páginas cada uno, fue todo un desafío. Demoré todo un año en concluir la lectura, mechada con otros textos porque, como decía Bernard Shaw, algunos libros por su extensión nos obligan a vivir adentro de ellos por un tiempo. La verdad es que vivir la Segunda Guerra Mundial durante todo un año es algo pesado y descorazonador, por lo que de vez en cuando descansaba de tanta tragedia con algún que otro texto pasatista.

El autor

¿Qué se puede decir de Churchill? Es uno de esos personajes odiosos que paradójicamente despiertan admiración, como Napoleón. Primer hecho importante, y el más relevante para nosotros los lectores, fue premio Novel de literatura; porque sí, además de ser uno de los personajes más importantes de la política del siglo XX, Churchill era un gran escritor.

Churchill es de algún modo un producto, un arquetipo tardío del imperio británico en decadencia, al que la Segunda Guerra Mundial dio el golpe de gracia. Hijo de un Lord, conservador, cercano a la familia real, desde joven Churchill elije la carrera militar y más tarde la política, lo que lo llevaría a ser uno de los cuatro o cinco protagonistas (él, Roosevelt, Stalin, Hitler, Mussolini) que decidirían en cinco años hacia dónde se dirigiría el destino del mundo de la segunda mitad del siglo XX.

Hay algunas anécdotas que lo pintan de cuerpo entero. En sus memorias de juventud cuenta cómo, destacado en la India por el ejército británico, cuando tenía que ir a escarmentar a los pueblos rebeldes de las montañas, él prefería usar en las cargas de caballería una pistola automática en lugar del sable tradicional (so excusa de un problema crónico en un hombro) lo que resultaba más conveniente para matar a los insurgentes mal armados. Todo un ejemplo de pragmatismo.

Churchill había sido Primer Lord Almirante de la armada británica durante la primera guerra. A él se atribuyó la desastrosa derrota de Galípoli, frente a las costas turcas. Después de eso vegetó políticamente hasta convertirse en épocas previas a la segunda guerra en la voz que reclamaba armarse frente a la apatía del primer ministro Chamberlain; quien a pesar del crecimiento armado de Alemania confiaba todavía en una salida diplomática. Cuando en 1938 Alemania invade Austria, todavía Inglaterra duda en declarar la guerra. Con la invasión de Checoslovaquia en 1939 ya Alemania está adelantada en su carrera armamentista e Inglaterra solo la aventaja en su histórica preponderancia en el dominio de los mares. Churchill es llamado de nuevo para asumir el almirantazgo, lo que finalmente lo llevará a ser elegido primer ministro en plena guerra, con todo en contra. Siendo principal objetivo de Alemania y sin aliados de importancia, pues los EE.UU. eran todavía espectadores de lujo de una Europa que se incendiaba.

El libro

LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL es un libro extenso. El estilo de Churchill es ágil, casi periodístico, pero sin esa llaneza de lo periodístico. Las páginas, que al principio dejan al lector algo acobardado por su cantidad, pasan con rapidez. Eso es lo más asombroso de este libro, que uno no se aburra nunca. Y no es sólo porque lo narrado lleve un interés fundamental para quien quiera entender la historia de todo el siglo XX y las consecuencias que todavía vivimos hoy día; sino que el autor tiene verdadero talento para contar.

Churchill toma como base a Daniel Defoe (otro famoso imperialista) para la estructura de su libro. Que mezcla puntos de vista personales con narraciones "objetivas" de los hechos. También, como Defoe en el Robinson, adopta la síntesis apretada al comienzo de cada capítulo; una modalidad bastante común que ha perdido actualmente uso y que también podemos encontrar en otros muchos autores.

En medio del complejo desarrollo de la narración, el autor se las arregla para intercalar cartas y apreciaciones personales, revelar los planes estratégicos y los resultados reales de esos planes, además de describir el importante desarrollo tecnológico inherente a la guerra.

Un descripción tomo por tomo, en lugar de una apretada y embrollada síntesis general, puede, aunque extensa, ser de mayor beneficio a quienes quiera saber de qué va el contenido de este libro.

Tomo 1: "Se cierne la tormenta"

El primer tomo narra la experiencia europea de entreguerras. Las restricciones impuestas a Alemania y cómo lentamente la tensión aumenta en el período. Inglaterra toma una posición débil (según juzga Churchill desde el primer momento) y a través de su primer ministro Baldwin y después con Chamberlain, confía en que Alemania respete lo impuesto en el tratado de Versalles.

Con la asunción del poder por parte de Hitler la guerra comenzará a insinuarse de modo cada vez más acentuado, pero Chamberlain sigue confiando en la vía diplomática. Finalmente las señales se convierten en hechos. Alemania invade la Renania en 1934, zona crítica para la defensa francesa. En 1938 invade Austria, pero Europa mira sin condenar la invasión, suponiendo que la ambición de Hitler terminaría allí. Para cuando en 1939 Alemania entra en Checoslovaquia, la guerra es declarada. En estos primeros momentos de la guerra Alemania cuenta a Rusia como aliada, que avanza sobre Finlandia.

Mientras tanto Churchill intercala en su narración los entretelones políticos de las cámaras británicas y su propio resurgimiento, el cual lo llevará a ser citado para retomar su cargo de Primer Lord del Almirantazgo.

Tomo 2: "Su hora más gloriosa"

El segundo tomo narra el modo en que Inglaterra organiza la defensa de la isla contra el inminente ataque alemán. Además de su intervención en la batalla de Francia con las pocas divisiones que pudo aportar a la guerra continental, y la desesperada y final retirada de las tropas británicas a través del canal. Churchill es nombrado Primer Ministro británico. Al mismo tiempo el autor subraya el hecho de que por esa época de la guerra (1940) Inglaterra se encontraba sola. Comenzaba ya un largo escarceo con los EE.UU. pero Roosevelt no podía declarase aliado, porque el congreso norteamericano le impedía romper la neutralidad (según cuenta Churchill).

La segunda parte narra lo que Churchill llama la "Batalla de Gran Bretaña". En esta sección se cuenta con lujo de detalles los bombardeos sobre Londres y cómo Inglaterra articula su defensa. Este es uno de los pasajes más interesantes del libro, donde se pone de manifiesto la importancia del dominio aéreo en la guerra moderna.

Entretanto, la guerra toma el norte de África. Italia, que ya había invadido Etiopía, intenta extender su dominio. En 1941 Hitler envía sus tropas a África. Las costas del sur del Mediterráneo comenzarán a ser uno de los escenarios más disputados de la guerra. El dominio del Mediterráneo era fundamental en el desarrollo de la conflagración, pues suponía el contacto con oriente sin la necesidad de rodear el continente africano. Por esta misma época Hitler decide darle la espalda a su aliado soviético. Alemania invade Rusia, lo que a la larga le valdría perder la guerra.

Tomo 3 "La Gran Alianza"

Este tomo se centra en la época en que el Reino Unido cristalizó su alianza con EE.UU. y Rusia. Churchill, Roosevelt y Stalin (el "Tío Joe" para los dos primeros) serán los que entre tensiones e intereses dispares (sobre todo en el caso de Rusia) deban derrotar la amenaza alemana.

La guerra se extiende a los Balcanes, Rumania y Bulgaria se alían al eje mientras que Yugoslavia es arrasada por las tropas alemanas. Medio oriente cobra importancia y el norte de África tiene un dolor de cabeza cuyo nombre es Rommel. Se establece el frente oriental, con la invasión de Rusia a manos de las tropas alemanas. EE.UU. e Inglaterra enviarán por este motivo ayuda a través del mar del Norte con magros resultados; lo que produce protestas por parte de Rusia. Mientras tanto el Atlántico es dominado por los submarinos alemanes. Nacen los convoyes defensivos. Por si fuera poco Japón se suma a la guerra y empuja a EE.UU. a hacer lo mismo, después del bombardeo de Pearl Harbor.

Entre los detalles de la guerra múltiple que alcanza categoría global, Churchill se las arregla para narrar su cálida relación con Roosevelt y su secretario privado Harry Hopkins, un enigmático empresario americano, destacado masón. También se atarea en señalar las tenciones con Stalin, en el que subraya diferencias antes que coincidencias. En vistas del devenir histórico posterior a la guerra, que Churchill ya tenía ante sus ojos en los años que escribe su libro, no es de extrañar que fuerce las caracterizaciones de los dos  estadistas opuestos (y de las dos superpotencias) para quedar bien parado con su aliado EE.UU. en la Guerra Fría posterior.

Tomo 4 "El vuelco del destino"

El volumen cuarto muestra, como su nombre lo sugiere, el cambio de rumbo de la guerra que en los libros precedentes ofrece un desolador cuadro de derrotas sucesivas para los aliados. La primera parte narra las alternativas de la conflagración en oriente. El ataque del Japón en el pacífico y el desarrollo de la guerra en Malaca, Singapur, Ceilán y el Golfo de Bengala. Entretanto siguen las batallas en el norte de África.

También se reflejan más intensamente las densas alternativas diplomáticas entre las tres principales potencias aliadas. Ya comienzan a perfilarse los planes de invasión a Europa, y las discusiones sobre las pretensiones territoriales una vez terminada la guerra son uno de los principales motivos de debate, sobre todo con Rusia. Surge por primera vez la descripción de la bomba atómica en desarrollo por parte de los EE.UU.

La segunda mitad del libro nos muestra los repetidos viajes diplomáticos de Churchill a bordo del hidroavión americano "Bernack" (la descripción de estos viajes es muy interesante en términos narrativos y descriptivos) y la laboriosa conquista del norte de África por parte de fuerzas conjuntas británicas y norteamericanas. En medio de eso, el llamado episodio Darlan: la muerte misteriosa del comandante alemán de la zona francesa de África, que no encuentra responsable y en la que se sugiere la influencia de la masonería (Roosevelt se encargará de cuidar al hijo lisiado de Darlan hasta su muerte).

Tomo 5 "El cerco se cierra"

El quinto tomo comienza con la profundización de la ofensiva aliada. La toma de Sicilia y la ascensión del ejército británico por la bota de Italia. Gesta que será durísima y no tendrá efectos más que secundarios en la toma de Europa, como fue el de quitar divisiones alemanas del frente ruso para atender a las necesidades italianas. Finalmente Mussolini cae, pero los alemanes siguen bloqueando la zona norte de Italia.

En el apartado de desarrollo tecnológico, Churchill describe las "armas secretas alemanas", los cohetes y las bombas no tripuladas, que castigarán a Londres sobre el final de la guerra.

Siguen las intensas negociaciones tripartitas de las potencias aliadas. Se decide que la ofensiva principal para derrotar a Alemania se hará a través del canal de La Mancha. Mientras la ofensiva en Italia "se arrastra", Grecia es liberada de los alemanes y una revuelta civil es reprimida por las fuerzas aliadas. Entretanto la ofensiva japonesa sobre la India es detenida por los americanos y el avance japonés comienza a debilitarse.

El tomo cinco cierra con un prólogo a lo que será la invasión por el canal, el día D.

Tomo 6 "Triunfo y tragedia"

El último tomo comienza con la descripción de la invasión a Normandía. El día D continúa con la irrupción de los aliados en territorio francés hasta la conquista de París. Por el sur, otra fuerza más débil invadirá la zona de la costa azul hacia el norte, en tanto que Italia seguía siendo asediada por los aliados. Por otro lado, en el frente oriental los rusos avanzaban sobre la tropas diezmadas de los alemanes, a los que el histórico frío soviético le estaba dando la misma lección que otrora le diera a Napoleón. Ya comienza a traslucirse en la narración de Churchill la preocupación británico-americana acerca del poder de esta Rusia comunista que avanzaba sobre los países de la Europa oriental, con ambiciones de anexión de nuevos territorios (sobre todo a costa de Polonia). Mientras tanto EE.UU. establece su dominio en el Pacífico con sucesivas derrotas a la armada japonesa.

También en este volumen se describe la conferencia de Yalta. Histórica porque allí se decidió la suerte de Europa luego de la guerra. Si bien no es la única conferencia que Churchill refiere en su libro (son muchísimas y a veces aburre su detallada descripción) ésta es la más importante y también la más célebre.

La segunda parte del libro se titula "La cortina de hierro", nombre donde ya se anuncia lo que la historia tendría preparado para la Europa de posguerra. En medio de las negociaciones, el presidente Roosevelt fallece súbitamente a los sesenta y tres años; lo sucederá Harry Truman.

El resto del volumen se entretiene en describir el avance de las fuerzas aliadas sobre Europa. Casi una carrera porque los soviéticos no llegaran antes que los americanos a Berlín. Narra también la derrota final del Japón en el Pacífico a manos de los EE.UU. con su nuevo juguete atómico, que tantos dolores de cabeza traería al siglo XX. Pero lo fundamental de este último volumen, es la descripción de las alternativas diplomáticas conque las potencias luchaban en medio de la capitulación alemana por una mejor parte del botín europeo. Si bien la narración de Churchill es transparente en cuanto sus intenciones de dejar a Stalin como un villano ambicioso y a los americanos como los amigables benefactores del nuevo orden mundial.

La narración concluye abruptamente, en medio de las negociaciones de una guerra ya finalizada, cuando en Inglaterra se disuelve el gobierno de coalición entre liberales y conservadores surgido durante la guerra, y Churchill no obtiene una victoria para ser reelegido primer ministro británico.

Conclusiones

Es difícil juzgar una obra como esta, cuya ambición y extensión excede cualquier intento de comprensión global. Un libro donde se intentan reflejar la historia de hechos fundamentales, desde la visión de uno de sus principales protagonistas, dando detalles de los pormenores políticos, militares, tecnológicos y hasta psicológicos que se entremezclan en la historia viva y que aún hoy nos tocan de cerca, no se puede analizar desde un único punto de vista.

En términos históricos es palpable que el libro no es objetivo, desde el momento en que ciertos elementos extraños a la descripción de los hechos son introducidos en la narración. Puntos de vistas personales y explicaciones de ciertas decisiones, así como la descripción de la simpatía y amistad profesada hacia Roosevelt, en tanto que Stalin es pintado a veces con una suerte de sutil pero peyorativa caricatura, dejan en claro que no podemos tomar este libro como una historia objetiva (si esto existe); y sería un error hacerlo. La imagen que queda resonando es la de un pueblo británico heroico en la adversidad, un amigo norteamericano deseoso de intervenir para el salvataje de Europa pero al que un congreso obtuso le impedía concretar sus magnánimos designios, y un oso  soviético calculador y ambicioso que sobre el final de la guerra intenta reunir el mayor botín que le fuera posible. La instantánea final es falaz.

Desde el punto de vista narrativo nada se puede objetar a alguien que escribe un libro de seis largos tomos y evita todo el tiempo el tedio del lector. Naturalmente ciertos pasajes son más entretenidos que otros. La profusa descripción de las alternativas políticas internas del gobierno británico, así como la detallada relación de todos los encuentros diplomáticos tripartitos entre las potencias aliadas y los bilaterales entre Inglaterra y EE.UU., llegan a aburrir. Pero la narración salta adelante cuando se alternan detalles concretos de la guerra o se describen los avances tecnológicos y el modo que las decisiones políticas hacían avanzar ciertos proyectos sobre otros.

No muchas veces la historia tiene un protagonista que sepa escribir. Esperar una descripción objetiva de los hechos sería inocente. Tomar esta obra cercana a lo monumental con una mirada crítica puede ser un punto fundamental para conocer de a poco, cruzándola con otras lecturas, lo que ocurrió en estos cinco años en los que el mundo cambió de un golpe; para que la segunda gran guerra, no fuera sino la primera de las muchas guerras "modernas" que se sucedieron a lo largo del siglo XX.