jueves, 30 de mayo de 2013

EL SUEÑO DE LOS HÉROES

Adolfo Bioy Casares
Biblioteca Esencial La Nación, Emecé Editores S.A., Buenos Aires, 2005.

 

Tiro al blanco

Este libro salió hace años en una colección del diario La Nación. Publicaban semanalmente un libro de Borges y uno de Bioy Casares, de forma alternada. Compré casi todos los de Borges e ignoré intencionada (y con un secreto orgullo) los de Bioy Casares. Ahora encontré este clásico en una mesa de saldos y lo compré como una suerte de resarcimiento póstumo a mi indiferencia del pasado.

El autor

Adolfo Bioy Casares nace en 1914. De familia acomodada, ensaya estudios universitarios en Derecho y luego en Filosofía y Letras. Estos quedaron truncos por su desilusión con el mundo académico. Luego de eso se retira a una estancia de su familia donde se dedica fundamentalmente a la lectura. A partir de los años ´30 forma parte del grupo de intelectuales que se reúnen en torno a la figura de Victoria Ocampo, quien funda la revista SUR, que será referente de la intelectualidad argentina e internacional. En este círculo Bioy Casares conoce a Jorge Luis Borges; a quien lo unirá una amistad de cincuenta y seis años, hasta la muerte de Borges en Ginebra.

La colaboración y el intercambio intelectual con Borges marcarán su carrera y su obra. En ocasiones sus admiradores se han dado a la tarea de defender su literatura y reivindicar su valía como escritor, en contra de esta suerte de eclipse que se da entre Bioy Casares y la figura rutilante de su amigo íntimo. El premio Cervantes, casi al final de su carrera, vino a confirma esta posición que, sin embargo, se resiente cuando uno encuentra que el universo literario de ambos escritores se entrecruza constantemente. Compartieron el gusto y muchas veces la escritura de literatura fantástica y policial; además de la erudición y el gusto por una suerte de sátira sobre estos mismo géneros.

En el terreno personal Bioy Casares se casó con Silvina Ocampo, otra personalidad que vivía a la sombra de una más arrolladora: la de su hermana Victoria. No obstante esto es conocido su perfil enamoradizo (por decirlo de algún modo) que lo llevó a tener numerosas historias paralelas a su matrimonio. Hechos que en el ámbito estrictamente literario no tiene la menor importancia, pero que incluyo aquí de modo caprichoso y a título de dar una pincelada de humanidad a tanto dato biográfico.  

El libro

Este análisis podría bien no haber existido, podría haberse extinguido simplemente ante la presencia de mi anterior artículo Borges y Bioy Casares en el Sueño de los Héroes; de publicación reciente. Sin embargo me quedaron algunas cosas en el tintero y me parecía justo (sino con ustedes conmigo mismo) exponerlas aquí.

El estilo. El sueño de los héroes es una novela corta, estructurada en múltiples capítulos de extensión breve. Esto le da un ritmo que impulsa al lector a ir de uno a otro sin agotar su atención ni caer en el aburrimiento. El estilo de Bioy Casares se compone de frases largas que a veces ocupan párrafos enteros. Un recurso reiterado, es la larga enumeración de objetos o detalles de un escenario o personaje; como instantáneas de partes o sinécdoques adicionadas en un método que recuerda al cubismo pictórico; que compone el todo con pequeños detalles. El autor se manifiesta en ocasiones, en una atareada omnipresencia, con frases como "esta historia que les cuento" etc. Así parece conocer la historia de principio a fin e insinúa que el sinuoso camino que Gauna, el protagonista, se ve impulsado a transitar se llama, a secas, destino.

El sueño... es en realidad una novela policial, pero sin un crimen que contar. En los rudimentos de la justicia se da el axioma: sin cadáver no hay crimen. De lo que se derivaría: sin crimen no hay novela policial. Sin embargo Bioy Casares se las arregla para disponer de los recursos del policial sin un crimen; aunque para ser justos si hay algo de policial: existe un misterio.

La trama surge de una situación sencilla que se resuelve al principio y en pocos capítulos. Emilio Gauna, joven ayudante de mecánico, gana dinero en las carreras de caballos. Resuelve, ya que se trata de dinero "dulce", gastárselo en noches de juergas con sus amigos del Club Platense y un tal Dr. Valerga, que se intuye aunque no se explicite, un antiguo guapo devenido en concejero de los calaveras en formación.

El nudo sucede en tres noches sucesivas del carnaval de 1927. Gauna despierta de esas noches en la casa de los cuidadores de botes en los lagos de Palermo. No recuerda casi nada (estuvo todo el tiempo borracho); salvo que conoció una "máscara" (una joven disfrazada y enmascarada) en el cabaret Armenonville, de la cual tal vez se enamoró. Cuando se reencuentra con sus amigos estos no le ayudan a recordar. Al contrario, parecen conspirados en ocultarle los hechos de esas noches, que Gauna recuerda vagamente como las mejores que ha vivido. La conspiración es ruda y pareja y lo desanima en su designio de rememorar lo que pasó.

Luego Gauna conoce a Clara, actriz en ciernes y la hija del Brujo Taboada, reputado adivino barrial, quien es su momento ha tenido unas misteriosas palabras con Gauna sobre su destino (que son un indicio, lo comprendí después). Se enamora de Clara sin quererlo y finalmente se casan. Antes de ello hay una suerte de engaño de parte de Clara que perpetuamente tortura los celos de Gauna, a quien el amor lo vuelve suave y le veda dar un portazo y abandonarla. Urde en cambio tortuosas venganzas para humillarla y dejarla, que nunca lleva a cabo.

Finalmente y luego de largo tiempo casado y alejado de sus amigos, la suerte de nuevo le sonríe en las carreras. Gauna resuelve reproducir la larga jornada del carnaval de 1927, junto a la misma compañía, con la esperanza de recordar lo olvidado y reencontrar a la máscara. A riesgo de perder el amor de Clara traza con la ayuda de Valerga y sus amigos el mismo camino pretérito. En su transcurso comienza a recordar los hechos sentidos como maravillosos en su  vago recuerdo y advierte que son escenas miserables y patéticas. El Dr. Valerga y sus amigos se revelan como personajes violentos, crueles, a veces cobardes o genuflexos. Gauna reconstruye con minuciosidad sus pasos de 1927 y por fin llegan al Armenonville. Allí, casi como continuación de esta suerte de magia que parece atravesar el relato, encuentra a la máscara; que es, como habrán podido ya adivinar los lectores, incluso con los pocos datos brindados en este resumen, la propia Clara.

Cuando dijimos que El sueño... era una novela policial sin crimen, era porque como en los relatos de misterio, Bioy Casares va dejando pistas que llevan al lector hasta la conclusión final. Y estas señales están dispuestas como en los textos de este género, para que el lector reconstruya una estructura donde han sido sugeridos subrepticiamente todos los hechos que se precipitan en el desenlace. Precisamente, el género policial es una suerte de juego establecido entre el escritor y el lector donde el primero desafía al segundo, en base a indicios (algunos concretos y otros falsos, para despistar) a reconstruir la historia y llegar a una conclusión final que por lo regular queda desmentida. Precisamente el juego es ocultar una segunda trama subyacente (que sólo el escritor es capaz de desentrañar) para sorprender al lector que ha sacado conclusiones erróneas. Todas las sospechas señalaban al amante de la señora asesinada, pero resulta que el culpable es el mayordomo.

Bioy Casares construye esa segunda trama, haciéndonos pensar que la historia fundamental es este desdoblamiento de Clara en los dos personajes que enamoran a Gauna. Esta parte de la historia se basa en el juego entre el impostor de identidad oculta y el personaje real. Para dar un ejemplo: Clark Kent y Superman, o Peter Parker y el hombre araña. Clark Kent quiere que Luisa Lane se enamore de él, sin embargo ella lo hace del inefable e ingrávido Superman. El problema que surge es que: Clark Kent sigue deseando que se enamore de Clark Kent y no de su alter ego; paradójicamente su enemigo es él mismo. Aquí ocurre exactamente igual. Clara se casa con Gauna, pero en realidad no lo tiene completamente, no es completamente suyo porque él sigue enamorado de la máscara (ella misma) desde que la conoció, borracho, tres años antes. Como siempre, al final de la obra, la heroína revela su identidad y la trama parece completarse.

Sin embargo la segunda trama subyacente, la que nos pasó desapercibida y que nos hizo subestimar al autor por la obviedad de los indicios que indican que Clara es la máscara (lo cual es un mero juego de espejos para distraernos); es la inesperada resolución del relato. Porque en realidad Clara había hecho irrupción en la escena de 1927 enviada por su padre, el Brujo Taboada, para desviar el destino de Gauna, el cual era morir esa noche bajo el cuchillo de Valerga. En 1927 Clara logra rescatarlo de su destino. Esa desazón, esa inquietud de Gauna durante esos tres años, sus dudas sobre si es cobarde o valiente, y hasta sueños y vagos recuerdos que lo mostraban peleando a cuchillo con Valerga; tiene relación con lo que el destino le tenía trazado y el rescate que Taboada hace a través de Clara.

Pero en la segunda ocasión Clara no lograr desarmar lo que estaba planeado. Gauna, sobre el último párrafo, se entrega a su muerte casi con felicidad, confirmando que era valiente, concretando con alivio su destino.

Conclusiones

El desenlace es absolutamente borgeano, y que pataleen los defensores de la originalidad de Bioy Casares. El agnosticismo de un destino insobornable, repite conceptos ya encontrados en cuentos como La lotería de Babilonia (el destino es un camello ciego); o más concretamente en La otra muerte y El milagro secreto. En La otra muerte el protagonista, tal como Gauna, logra torcer su destino y tener dos muertes, lo cual empuja a contradicciones en sus biógrafos. En El milagro secreto el personaje principal logra detener su muerte y congelar el tiempo (en pleno fusilamiento) para componer en su mente un texto perfecto, a cuya conclusión sobrevendrá el inevitable, pero postergado, disparo. En El sueño de los Héroes un factor externo (Taboada a través de Clara) posterga el destino de Gauna. Pero en esencia la historia es la misma.

Esto es quizás lo único que pueda reclamarse a esta novela. El libro está contado en el elegante estilo de Bioy, los personajes están bien plantados, como el escenario porteño en pleno carnaval. La lectura es rápida y placentera, con hallazgos pequeños y deliciosos, como golosinas de frases y reflexiones breves. Bioy Casares nos hace caer en la trampa de su policial que no es policial; la primera trama, la del amor y el desdoblamiento de Clara, es la menos importante; la del destino terrible y pospuesto de Gauna, una muerte en duelo y a lo guapo, es la que ha estado oculta y se revela, brillantemente, sobre el final.


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