miércoles, 27 de marzo de 2013

CHERRY. ASPLEY CHERRY-GARRAD: VIDA DE UN EXPLORADOR.
Sara Wheeler
RBA Libros S.A., para National Geographic, Barcelona, 2004


 

Tiro al blanco

Comprado en mesa de ofertas en la cadena de librerías El Aleph. De algún modo este libro inauguró un interés nuevo por un tema que me fascina, que es bastante amplio y se relaciona con todo lo que tenga que ver con la Antártida y la historia de su exploración. De esta misma colección tengo un libro sobre los viajes de James Cook (bastante flojito), y comprados en la misma mesa de ofertas, un viaje contemporáneo de una periodista a la Antártida (más o menos), y una joya escrita por un capitán ruso que se perdió en el Ártico y anduvo boyando sobre el hielo no se cuántos meses. Ya me ocuparé de este último en próximas reseñas.

La autora

Wheeler es una autora contemporánea, nacida en Bristol, Inglaterra, en 1961. Estudió lenguajes clásicos y modernos en Oxford. Su obra más conocida Terra Incognita es el fruto de su viaje y estadía por seis meses en la Antártida. Evidentemente interesada en la vida en las zonas más frías de nuestro planeta escribió, luego de una extenso periplo por Rusia, Alaska y Groenlandia: The Magnetic North: Travels in the Arctic.

El libro

Este libro, comprado por puro pálpito porque me gustó la cubierta y al hojearlo intuí interesante el tema, es la biografía (sorprendentemente la primera y única) de Apsley Cherry-Garrard; uno de los exploradores británicos que junto al capitán Robert Falcon Scott, partieron hacia la Antártida en el año 1910 con la intensión de ser los primeros en plantar bandera en el polo sur magnético.

El interés que reviste la vida de Cherry lo da el hecho de que fue el autor de El peor viaje del mundo, libro que relata lo acontecido en aquel trágico viaje en el que Scott y otros cuatro compañeros de expedición perdieron la vida. Fueron muchos los que escribieron su versión de los hechos, pero fue el libro de Cherry el que trascendería las generaciones como el mejor sobre la exploración antártica que se ha escrito. Los críticos no varían demasiado en su opinión en este sentido.

Lo más interesante sin embargo, y lo que impulsa la biografía de este explorador devenido en escritor, es el hecho que la suya no es ni de cerca una figura corriente dentro de su grupo de exploración, ni de ninguno de los que más tarde o más temprano desafiaron los rigores del país antártico. Ni militar, ni marino, ni científico; Cherry era en realidad un joven hacendado de veinticuatro años, en boca de sus compañeros de excursión "un millonario y un caballero". Su hacienda de Lamer contaba con más de cinco mil hectáreas, y tenía muchas propiedades más que le permitieron vivir cómodamente de rentas de principio a fin de su vida.

El joven Apsley, miope, retraído y sin saber bien que hacer para entretenerse en su vida de niño rico con tristeza, conocería en la casa de su primo a Bill Wilson, mano derecha de Scott en sus dos viajes a la Antártida. Wilson era zoólogo, ilustrador y hombre religioso apreciado por todos los que lo conocían (Wheeler lo pinta como una especie de santo). El joven Apsley le cayó bien y su deseo de ir en la expedición hizo que Wilson lo propusiera a Scott como "ayudante adaptable". Hubo idas y vueltas. Primero se le pidió a Apsley que aportase 1.000 libras y luego que aún así no había lugar para él; sin embargo Cherry dejó hecho el depósito aún sin posibilidad de ir a la Antártida, como apoyo al proyecto. El gesto impresionó al capitán, que reconsideró su decisión y finalmente lo llevó con él. No se equivocaba Scott, Cherry resultó ser uno de los hombres más valiosos del grupo.

En rigor la parte más interesante de la biografía de Wheeler es un resumen apretado de El peor viaje del mundo. Básicamente el primer año de la expedición fue para Cherry el mejor de su vida, a pesar de la dureza de las condiciones en la Antártida, y de ser uno de los tres miembros que realizaron una exploración de invierno a las colonias de pingüinos que casi les cuesta la vida (estaban a -60 grados y se les voló la carpa). El segundo año fue el peor. En ese ínterin el grupo de cinco hombres que se dirigió al polo (al principio serían cuatro pero Scott decidiría la incorporación de uno más a último momento) murió al regresar.

Aquí es donde explota definitivamente la vida de Cherry-Garrad para nunca más recomponerse. A lo largo del camino al polo los exploradores habían dejado depósitos de reabastecimiento de los que dependía su vida. El viaje era en realidad una sucesión de rectas entre depósito y depósito. Sobre la que sería la fecha del final del viaje del grupo polar, Cherry tenía órdenes de ir hasta el depósito más importante llamado de una tonelada por la cantidad de alimentos allí reservados, y esperar allí con perros de tiro a que llegaran los exploradores. Los perros eran vitales y no debía arriesgarlos por nada del mundo. Sin embargo la desorganización de la expedición le había hecho una broma pesada a Cherry: habían olvidado dejar en el depósito comida para los perros. Para colmo una vez allí, el compañero destinado a ayudar a Cherry enfermó gravemente y lo puso a éste en la encrucijada de, o salvarle la vida volviendo con él a la cabaña principal, o esperar allí al grupo polar poniendo en serio riesgo la vida del otro. La otra opción, dejar a su compañero y dirigirse hacia el sur en busca de los exploradores (para acelerar su retorno con los perros) no era posible porque no tenía comida para los animales. Podría haber avanzado de todos modos, matando algunos de los perros para dar de comer a los otros, pero tenía estricta orden de cuidarlos. Finalmente Cherry decidió volver a la cabaña y salvar a su compañero. De todos modos según sus cálculos los hombres del grupo polar no estaban retrasados y presumiblemente no habría peligro para ellos una vez que llegaran al depósito de una tonelada.

A veinte kilómetros al sur del depósito, Scott, Wilson y Bowers; supervivientes del grupo original, morían por congelamiento e inanición dentro de su carpa. El resto de su vida Cherry se estuvo preguntado si había hecho todo lo posible, si su decisión no había matado a su capitán y a sus dos mejores amigos.

A los veintiséis años Cherry volvió a Inglaterra como un veterano explorador antártico. Según sus cálculos había sido el miembro del grupo con más millas hechas en trineo (esto quería decir tirando de uno). Por otro lado paso también a ser parte de la leyenda de la muerte de Scott, que fue usada por el imperio como parábola de la fuerza y la determinación de la raza británica (a pesar de que Amundsen, un explorador noruego, había llegado al polo un mes antes que él). Durante un tiempo Cherry fue atacado por opinólogos de toda laya, intencionados y mal informados, que le echaban la culpa de la suerte de sus compañeros. Esto fue durísimo para él.


El resto de la biografía de Wheller reseña la posterior vida de Cherry. Su amistad con su vecino de Lamer, George Bernard Shaw (único escritor en la historia que recibió el Novel de literatura y el Oscar), que lo ayudó a redactar El peor viaje de mundo, que fue un éxito de ventas desde el primer momento. A través de esa escritura, Cherry evidentemente morigeró una obsesión que lo perseguiría de por vida y que sería quizás la causante de sus brotes psicóticos durante la década del cuarenta, y de posteriores ataques de depresión que lo dejaban por meses postrado en cama. Ángela, una joven de veintidós años a quien desposó cuando él contaba los cincuenta y tres, fue a su vez esposa, confidente y enfermera. Su hipocondría, su desconfianza hacia todo y todos, su desconcierto de hacendado agrícola que veía como Inglaterra se dirigía hacia un futuro que no comprendía (el imperio se terminaba, la oligarquía latifundista con él y Cherry con ella), más sus constantes recaídas en sus enfermedades reales o imaginarias, no hicieron más que profundizar su mirada hacia el pasado; aquellos dos años que lo obsesionaban. Todavía en sus últimos días seguía haciendo anotaciones y comentarios en las márgenes de sus diarios antárticos, como buscando una respuesta que lo dejara descansar y que nunca encontraría.

Conclusiones

Un libro muy interesante, bien documentado. Lo mejor es la parte del viaje a la Antártida, pero también lo es la descripción de la disgregación del imperio, el quiebre posterior a la primera guerra de la imagen de la Inglaterra victoriana. La última parte es un poco pesada, porque Cherry es en realidad un personaje oscuro y denso, atravesado por una experiencia durísima de la que no se puede alejar en toda su vida. Revisando constantemente el pasado y a pesar de tenerlo todo (riqueza -hacía dos cruceros al año-, una mujer joven que lo cuidaba y lo amaba, fama como explorador y después como escritor) torturado hasta el final por la duda de si podría haber hecho algo más para salvar a sus compañeros exploradores.
 

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