Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona, 1988.
Tiro
al blanco
Descargado de la Web en pdf, medio
leído en la compu medio impreso (me quema la cabeza leer en la PC).
El
autor
Archiconocido antropólogo del que no leía
nada desde los textos de la facultad. Nacido en 1908 y muerto en 2009 (sí leyó
bien, 101 años). Fue uno de los referentes de la etnografía del siglo XX, e
impulsor del estructuralismo en antropología. Sus trabajos, como éste que
reseño, y sobre todo "El pensamiento salvaje" dieron el golpe de
gracia al mito de que los pueblos primitivos son una suerte de "infancia
de la civilización", gran falacia sobre la que se edificó buena parte de
los diversos imperialismos con que occidente dominó al tercer mundo.
El
libro
Tristes
trópicos reseña los viajes realizados por Levi
Strauss en Brasil entre los años 1935 y
1941. El libro no es un tratado de antropología sino una mezcla de relato de
viajes, bitácora y diario personal; pero también de pensamientos dispersos y de
teorías, algunas muy originales y polémicas.
Levi Strauss compone un texto alejado
de la ciencia dura. Tristes Trópicos
es ante todo un libro en el que el autor no quiso dejar nada afuera, y es por
tanto una obra por momentos sorprendente. Y decimos sorprendente para lo que
uno puede esperar de un texto académico, que no lo es; pero del que, por
prejuicio quizás, el lector espera otra cosa.
Y se encuentra con Tristes Trópicos. El libro inicia como un típico libro de viajes,
la consabida descripción de los preparativos y travesías en paquebote, más los
móviles que como etnógrafo lo llevaban a Levis Strauss a internarse en las
selvas del Mato Grosso brasilero, para intentar encontrar alguna tribu que no
estuviese contaminada (o contaminada lo menos posible) por la civilización. El
inicio de la expedición tiene además como condimento el ambiente europeo de preguerra,
con una invasión a Francia de la que el autor se enterará en medio de la selva.
Pero el hecho que apuntamos: en Tristes Trópicos el autor no quiso dejar
nada afuera (lo que lo hace original, pero a veces también inesperado y hasta
de despareja calidad) se ejemplifica muy bien en la enumeración de ciertos
pasajes que incluyen:
a) La descripción de una puesta de sol
en el mar. Cinco páginas de vuelo poético a toda vela que el autor o el editor
tuvieron a bien imprimir en letra cursiva; como si así hicieran ese pasaje más
personal o "de puño y letra". Cosa rara considerando que el libro
está escrito en primera persona y no esquiva apreciaciones ni consideraciones íntimas.
b) Una extraña teoría que afirma que la
escritura no ayuda a la emancipación de los pueblos sino a su esclavitud. A la
luz de consideraciones históricas un poco traídas de los pelos Levi Strauss
plantea esta aventurada hipótesis, en contra de todo lo que puede considerase ortodoxo:
pensar que la cultura (y la escritura es una parte fundamental que la compone)
sirve para ayudar a la emancipación, el crecimiento democrático, la difusión de
conceptos tales como dignidad, igualdad, derechos, etc.; de los pueblos que
acceden a ella.
c) La inclusión del argumento para una
obra de teatro que al autor se le ocurrió en un período de hastío selvático,
cuando tuvo que esperar durante una semana que su equipo de porteadores llegaran
de no se qué lejana meseta brasilera. Que el bueno de Claude tuviese
inquietudes en dramaturgia, no lo habilita a que propine al lector con seis
páginas de la transcripción del argumento lleno de citas eruditas sobre la vida
del emperador Augusto.
d) Un largo epílogo donde Levi Strauss
manifiesta todos sus conflictos existenciales por la profesión que eligió. Yo
supongo que el autor los transcribe porque entiende que son los mismos que se
les plantearán a todos los etnógrafos, y quiere de algún modo llevar algo de
consuelo con el viejo ardid de la empatía. Sin embargo se va a la banquina
cuando afirma (más o menos) que la etnografía occidental es una herramienta
llamada a mostrar a la humanidad el modo de salir del destino fatal que se
estaba trazando. Vale decir que el libro fue publicado en los años ´50s, plena
época de posguerra mundial y Guerra Fría en auge; un período en que se podía
ser pesimista sin demasiado esfuerzo, lo que quizás justifique (un poco) este
final a toda orquesta.
Quien esté leyendo este comentario podrá
pensar que Tristes Trópicos es un
bodrio, porque hasta aquí las que se han dicho son apreciaciones más o menos
negativas. Sin embargo, por lo desmesurado quizás de la ambición de este autor,
no hicimos sino describir las cosas que se salen del libro, lo que se advierte
como sobrante o como anécdota, pero que, si vamos a ser justos, también hacen
del libro lo que es: algo más que un mero tratado académico. Pero si vamos a lo
medular, a lo realmente interesante, caemos precisamente en la parte académica
del libro. Los estudios realizados por Levi Strauss en las diversas tribus con
las que entabla contacto en el Brasil. Los caduveo, los bororo, los tarundé,
los nambiquara, los tupí-kawaíb, desfilarán ante nuestros ojos a través de las
excelentes descripciones, y más que nada apreciaciones y análisis del ojo
entrenado de Levi Strauss.
Las soluciones a los problemas que toda sociedad plantea,
alejadas de las de occidente, sorprenden por su lógica y su originalidad. Por
citar un ejemplo, en la sociedad nambiquará el jefe de la tribu puede practicar
la poligamia. Por lo limitado del número de miembros de la tribu y la avidez
del jefe por contar con varias compañeras, deja a los hombres más jóvenes sin
pareja. Solución: a los jóvenes adolescentes se les deja practicar libremente
la homosexualidad, por la cual no se los juzga o se los condena de ningún modo,
tomando esa práctica como algo aceptable y natural. ¿Cuánto hace que occidente
se ha vuelto tolerante hacia esa variante sexual? ¿Diez años?
En este sentido, la importancia de la
obra de Levi Strauss y no sólo de este libro, es la de manifestar con ejemplos
y un profundo trabajo de campo, su convicción de que los pueblos llamados
salvajes no tienen un desarrollo cultural inferior al de occidente. Esta
verdad, natural en nuestros tiempos, era un contrapelo soberbio a las teorías
raciales de su época que, recordemos, fundamentaron la absurda, monstruosa,
demencial (no sirven los adjetivos habría que inventar otros) matanza nazi, casi
contemporánea a la publicación de Tristes
Trópicos.
La hipótesis principal de Levi Strauss,
el motor íntimo que lo lleva a su largo derrotero por el mundo desempeñando la
etnografía, profesión ardua y descorazonadora, es pensar que todos los pueblos
y las culturas del mundo se enfrentan a un mismo problema: desarrollar una
serie de mecanismos por medio de los cuales su sociedad pueda vivir lo mejor
posible. Cada grupo humano responderá a los mismos problemas con diferentes
respuestas. Lo original, lo radical de la propuesta de Levi Strauss, es
plantear que ninguna respuesta es mejor que otra. Que ninguna cultura, ninguna
organización social, ningún país o nación es superior a otro. Para ello se
aboca a la tarea de encontrar las constantes, las repeticiones, las
coincidencias que vinculan a pueblos lejanos geográfica y temporalmente. Es en
sí, y él mismo lo deja claro, un destino ecuménico el que Levi Strauss se
plantea con esa teoría. La integración en lugar de la disgregación, la búsqueda
de lo común que nos une con los otros (la otredad y el miedo a la otredad) en
lugar de las diferencias (a veces sorprendentes, a veces chocantes) que nos
dividen.
Conclusiones
Polimorfo, accesible desde diversos ángulos: el del libro de viajes, el del diario, el de la reflexión o el de la ciencia, Tristes Trópicos es como una sinfonía cuyos movimientos no tienen por fuerza que agradar todos con una misma intensidad. Como primer peldaño hacia el interés de una disciplina, la antropología, puede resultar estimulante al no ser tan árido como un texto puramente académico. Resulta por momentos un texto de esos que hacen de la lectura una compulsión, algo que nos reclama cuando la vida nos aleja del libro que estamos leyendo. En otros pasajes, el fluir del texto se estanca y el interés se aleja del lector. Buen ejemplo de ellos son esos momentos reseñados arriba: descripciones demasiado extensas del contexto, fragmentos que nada tiene que ver con la selva, teatro, dudas existenciales sobre la reinserción social del viajero vuelto al terruño, etc. Desparejo por momentos, penalizado un poco por su extensión: 468 páginas de texto menudo; pero atrapante en muchos pasajes extensos. Interesante per se y por ser obra basal de uno de los grandes pensadores del siglo XX.
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