MILES DAVIS, LA AUTOBIOGRAFIA
Quincy Troupe - Miles Davis
Ediciones B S.A., Barcelona, 1995.
Quincy Troupe - Miles Davis
Ediciones B S.A., Barcelona, 1995.
Tiro al blanco
Compré este libro en la calle Corrientes, ignoro en cuál de todas sus librerías. Recuerdo que era una oferta y que era uno más de los que llenaban mi bolso destinado a una excursión de caza literaria. Oferta, edición baratísima y precio acomodado. Típica edición de bolsillo (que odio), con el tiempo el papel de pésima calidad tiene el color y el olor del diario viejo.
El autor
Quincy Troupe es un periodista, editor y poeta estadounidense nacido en 1943. Es profesor emérito de literatura en la Universidad de California y editor fundador de las publicacionesCode Magaziney Confrontation. Por su trabajo en la biografía de Miles Davis fue premiado con el American Book Award, lo que lo convirtió en una celebridad en el mundo académico y literario.
El libro
Qué se puede decir de Miles Davis. Que fue uno de los dos mejores trompetistas de la historia del Jazz, junto con Louis Armstrong. Algunos hacen una tríada y ponen a Gillespie junto a ellos, pero yo no; Gillespie no tiene la agudeza de Armstrong ni el vuelo poético de Davis.
Hay un detalle que no es menor y pinta a Davis de cuerpo entero. La mención del autor que escribió sus memorias. Regularmente vemos aparecer autobiografías impecablemente escritas por artistas, deportistas, políticos y toda serie de personajes notables por una u otra razón (hasta por el delito) que, sin poder hilar con fluidez una palabra detrás de la otra en el lenguaje hablado, en el escrito se nos revelan como auténticos tigres. Desde luego existe un triste personaje, cuyo único móvil es el dinero (y no es que lo esté juzgando porque puede que con eso pague el alimento de su familia, el alquiler o lo reviente en juego y trolas) que pondrá en palabras escritas lo que ese personaje de turno quiera expresar. No es otro que el escritor fantasma. Muchos escritores han publicado su primer libro (firmado con su nombre), luego de haber escrito muchos otros a nombre de conocidos personajes.
Davis sin embargo prefiere revelar a su escritor fantasma, y le brinda entidad sentándolo a su lado. Aplausos para él. Sin embargo descubriremos a lo largo de su historia y, si conocemos algo de su música, que esta ha sido una característica de Davis en toda su carrera. Esto es: dar lugar a los talentosos para que se luzcan. De los quintetos y sextetos de Davis han surgido muchos de los mejores solistas del Jazz, verbigracia John Coltrane. Davis comprendía que no sólo se tenía que rodear de los mejores, sino además darles el espacio para que se lucieran. Naturalmente que esto redundaba en su beneficio y contribuía a aumentar su propio brillo. Sin embargo en un mundo salvajemente competitivo como el que tuvo que crecer Davis, esto no era una conducta regular. Si Charlie Parker fue generoso con Davis, King Oliver no lo fue tanto con Armstrong. Davis entendía el Jazz como un juego de equipo, y para jugar en equipo hay que ser generoso.
Paradójicamente, lo que menos hace Troupe en la biografía de Davis es lucirse como escritor. Apenas como un periodista que trascribe el espontáneo monólogo de alguien con el tiempo y la voluntad de contar una larga, compleja y fascinante historia; Troupe parece anotar el discurso de Davis tal como sale de entre sus labios callosos. Esto hace del libro todo menos un ejercicio de estilo. Al leer la autobiografía de Davis se tiene todo el tiempo la sensación de encontrase frente a frente con él, quien sentado en su sala de estar (bata de seda, gafas enormes y oscuras, pelo con permanente y whisky en mano) relata con paciencia y el lenguaje de los hombres que han crecido en la calle, todos los pormenores de su vida. Expresiones como "ese hijoputa tocaba hasta perder el culo", o narraciones detalladas de como Charlie Parker tenía sexo oral con una dama adentro de un taxi, mientras comía pollo frito y hablaba con Davis que viajaba junto a él, son usuales dentro de texto. Resultado de lo cual este transmite una sensación de cruda veracidad, de crónica todavía palpitante de una época y un escenario contado por su mejor protagonista.
La historia de Davis es también la historia de una epopeya. La que los afro americanos llevaron a cabo dentro de EE.UU. para que este país, que se ha llamado a sí mismo el "país de la libertad", lo fuera de hecho en cuanto a su relación siempre ambigua con su población de color. Pero para que eso fuera posible, para que Miles Davis tuviera la fuerza y el orgullo que lo hizo ver a muchos como un fanfarrón antipático, Davis tenía que nacer en un lugar diferente al de Armstrong y otros músicos negros; cuya actitud: bufonesca, genuflexa con el amo blanco, remedo de la personalidad del estereotipo del "tío Tom", Davis deploraba.
A pesar de nacer en St. Louis, ciudad en pleno corazón del Mississippi, Davis no era un niño pobre, sino el hijo de un profesional (su padre era dentista) apreciado en su comunidad. Esa posición de salida le dio tal vez las herramientas para comprender que él, en esa sociedad que no era otra cosa que un apartheid con algunos años de atraso, no era menos que ningún hombre blanco. EE.UU. tuvo que esperar hasta los años ´80 del siglo XX para ver aparecer en las pantallas de TV a una familia negra de clase media, con padres profesionales, un buen pasar económico y que educaba a sus niños al modo burgués. Eso fue El Show de Bill Cosby, un ex standapero que comprendió que nadie había mostrado en TV que además de los delincuentes, proxenetas vistosos y prostitutas negros de Strasky y Huch, existía una tranquila clase media afro americana. Pero existía y Miles Davis, cincuenta años antes, pertenecía a ella.
Estableciendo una comparación no del todo arbitraria con la biografía de Armstrong (hay una muy buena de James Lincoln Collier de la que daremos una reseña más adelante), se ve claramente que Davis no es un artista que tuvo que hacerse un camino en el arte a su vez que en la sociedad. No surgió de los barrios más pobres como Armstrong y, como muchos otros artistas, (se me ocurre ahora Gardel) no vivió el inicio de su carrera en una forzada y ambigua vinculación con el bajo fondo y la delincuencia, que lo llevara en algún momento a ocultar sus orígenes. Davis recibió clases de trompeta y si en su edad adulta no continuó con sus estudios en Juilliard (una de las academias de música más prestigiosas de Nueva York) fue porque sentía que lo que buscaba en cuanto a estilo musical no estaba allí, sino en ese otro hervidero de creatividad: el de los garitos, los cabarets y en suma, la noche y la bohemia que se vincula desde hace siglos con la expresión artística.
Y hacia allí fue Davis de la mano de uno de los grandes genios de la historia del Jazz, Charlie Parker. No se puede decir que Parker haya mostrado a Davis un mundo que este desconociera. Davis era un tipo curtido, que llevaba sobre sí la insólita carga (en esa época) de ser un afro americano de color oscuro (lo de tez clara era mejor tolerados por los bancos), que a pesar de ser de contextura pequeña practicaba el boxeo y no desconocía la violencia de ser orgulloso. Sin embargo el mundo de Parker, y el del jazz en general, era también el mundo de la heroína. Parker pagó el boleto de su genial viaje por la música y las drogas con su vida. Davis, quizás advertido por el destino trágico de esta luz que se extinguió en un estallido, se "rescató" a sí mismo y se dirigió a su St. Louis natal, a casa de su padre, para desengancharse de la heroína.
Cuenta que lo hizo solo, encerrado en un galpón de la parte trasera de la casa de su infancia, indicando a su padre que no abriese la puerta aunque escuchara gritos de auxilio o pedidos desesperados de droga. Si vamos a dar crédito a esta narración con visos de heroísmo que hace Davis, al cabo de una semana y de superar el horrible "mono" de la abstinencia, Davis salió no tan fresco como una lechuga y quizás más arrugado, pero liberado para siempre de la heroína. Sin embargo, a lo largo de la narración hay referencias al uso continuado de otras drogas que para Davis no son consideradas duras, como la cocaína y varios alcaloides que siguió consumiendo después de su alejamiento de la heroína.
Además de la narración de sus vivencias, para el melómano los puntos más interesantes de esta biografía son las abundantes referencias de Davis sobre sus grabaciones, las circunstancias en las que fueron hechas, quienes eran los músicos que lo acompañaban, etc. El libro se convierte así en un extenso y fundamental comentario de los abundantes registros sonoros de Davis y en una suerte de mapa de su evolución a través de los diversos estilos que transitó (o que inventó).
Conclusiones
Un libro de referencia para cualquier admirador de Miles Davis, y uno interesante para quien nunca en su vida haya escuchado nada de este músico fundamental; sencillamente porque narra vívidamente una época de intensa actividad social y cultural en los EE.UU. Mientras Mohamed Ali renegaba de su nombre de esclavo y vociferaba frente a las cámaras, mientras Martin Luther King paraba con la garganta un balazo en un balcón del Motel Lorraine de Memphis, Miles Davis hacía lo suyo para convertirse en uno de los músicos (del color que fueran) más influyentes del siglo XX. Para resumir mi sentimiento hacia este libro diré que fue el que elegí para llevar a mi luna de miel. Habría que considerar qué clase de persona se lleva un libro a su luna de miel; pero esas son preguntas que mejor no formularse.
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