sábado, 16 de noviembre de 2019

Escupiré sobre vuestra tumba de Boris Vian


por Andrés G. Muglia


La génesis de este libro es quizás más interesante que el propio libro. Corría el año de 1946 cuando el joven Vian (siempre fue joven, murió a los 39) tenía la intención de publicar su inclasificable novela La hierba roja. Con esa idea la presentó en un certamen literario pero no logró el premio gordo, ni tampoco consiguió que alguna editorial escuchase sus golpes en la puerta. Como consecuencia, ofendido porque tamaña muestra de su arte fuera ignorada, contactó a un amigo editor que estaba en quiebra y le propuso el siguiente negocio: él escribiría una novela comercial en quince días, que le garantizaría un best seller y el otro la publicaría. Su amigo rubricó simbólicamente el trato y Vian volvió a los quince días con Escupiré sobre vuestra tumba. Así dice la leyenda.

Para poder escribir con libertad Vian inventó un heterónimo (no confundir con seudónimo) que se llamó Vernon Sullivan, quien era un escritor americano de color. Él mismo figuraba como traductor de la obra al francés. Detrás de esa máscara Vian soltó a volar la máquina de escribir, la aporreó, abusó de ella y de todo lo que se pudiese imaginar que se pudiera escribir en términos de: sexo, violencia, abuso sexual, pedofilia, necrofilia, tortura y asesinato. Todo eso contiene Escupiré… y es evidente que a Vian no le daba tranquilidad firmar semejante artefacto. Con todo y aunque tradujo la obra al inglés como para dar veracidad a la existencia de Sullivan, Vian terminó aceptando la autoría ante el estado francés y pagando la consecuente multa.

Escupire… es la historia de Lee Anderson, un joven afroamericano de veintiséis años que por el mestizaje tiene la apariencia de ser blanco. Lee es rubio y nadie podría adivinar que tiene dos hermanos negros. “El chico”, hermano menor de Lee, se enamora de una joven blanca y es colgado por sus familiares. Lee jura vengarlo y en eso se basa toda la historia. Aunque esta venganza no está presente al inicio del libro, sino que se va develando de a poco.

Con una carta de recomendación de un amigo blanco de su otro hermano, Lee escapa hacia un pequeño pueblo del sur de los EE.UU. donde consigue un puesto en una librería. Allí se relaciona con un grupo de jóvenes a los que, en su calidad de mayor de edad, les consigue licor. Ahí empieza la diversión. Al parecer todas las jóvenes quinceañeras del pueblo se enamoran de Lee y Vian aprovecha esto para que su personaje tenga relaciones sexuales con ellas en todos los escenarios posibles: mientras nadan en el río, entre los yuyos, en el baño de una fiesta, en el auto, con una o con dos. Tampoco se ahorra el autor detalles que hicieron que la crítica calificara a la novela como pornográfica.

 En ese ambiente de cálida promiscuidad sureña, lleno de calor, mosquitos y cantidades industriales de Whisky, Lee conoce a dos jóvenes hermanas hijas de una familia rica y racista, y decide enamorarlas para después (viene spoiler) asesinarlas y concretar su venganza. El resto del libro es una sucesión de escenas a cual más explícita, pornográfica, violenta y sobre todo efectista. El catálogo completo del Marqués de Sade se queda corto con lo que el joven Lee es capaz de hacer.

¿Qué queda de esta novelita negra, si es que algo queda? Que Vian escribe bien, aunque es curioso que haya fingido ser un autor americano escribiendo sobre temas americanos. Por ejemplo el tema de la sangre de color que corría por las venas de algunos hombres blancos, tratado por William Faulkner en el ya comentado Luna de agosto. Que podía escribir literatura culta pero también una novela escandalosa y que ese escándalo se podía convertir en un best seller. En fin, demostrar algo que después repetiría. Ya que bajo el heterónimo Sullivan escribiría otras tres novelas.

Como broche final decir que Vian falleció de un infarto en el año 1959 en un cine mientras miraba (¿lo adivinan?) el estreno de la versión cinematográfica de Escupiré… Tuve la desgracia de ver la película y supongo que Vian se murió por el destrozo que hizo el guionista con la historia original, de la cual la película no respeta casi nada. Sin embargo me cuesta pensar en una mejor carta de presentación para una novela. Si quieren leer algo truculento, chorreante (en todos los sentidos) y de dudoso gusto, no pueden perderse este libro.

Atención Recto y Sinuoso


La estructura de este libro está centrada en la descripción de las principales influencias del diseño contemporáneo, a saber: la racionalidad instrumentada al modo funcionalista, las artes plásticas y la moda. La tarea, y he aquí el compromiso más importante, fue asignarles un orden de importancia, o bien el lugar que realmente ocupan o deberían ocupar, en contra tal vez del discurso unificador de la modernidad que debajo de variados disfraces aún permanece operando.
Este texto está pensado para abordar y reflexionar en profundidad y con una base actualizada acerca de estas influencias, con la particularidad de hacerlo además desde nuestro lugar. No deberemos entonces como estamos acostumbrados, interpretar textos extranjeros, pues éste hablará de nuestra propia realidad, o bien de otras realidades, pero desde una observación y análisis realizados en Argentina.
A su vez, han sido incluidos en este libro numerosos contenidos y comentarios históricos, que recorren los principales hitos del diseño del siglo XX, y que servirán de apoyo para comprender mejor la actualidad del campo en el que interactúa el diseñador del presente siglo.

sábado, 9 de noviembre de 2019

La Ciudadela de Antoine de Saint Exupery


por Andrés G. Muglia


Sucede siempre con los autores que mueren jóvenes. Si su obra no fue prolífica y aun si lo fue, los editores buscan hasta debajo de las piedras para encontrar textos inéditos del finado. Gracias a eso conocemos por ejemplo América de Kafka, o casi todos los volúmenes de En busca del tiempo perdido de Proust. Lo que ocurre con este tipo de textos es que probablemente no han sido pulidos como el autor hubiese querido, o simplemente no fueron terminados, como el citado América que concluye en nada o en lo que hoy llamaríamos un final abierto.

Algo de esto sucede con Ciudadela de Saint Exupery. Es evidente que se trataba de un libro importante para él, quizás el más importante por el tiempo que le dedicó. Lo que no es evidente es si quería publicarlo tal como estaba. Ciudadela no tiene que ver con los libros anteriores del autor francés basados en su biografía como aviador: alegatos contra la sinrazón de la guerra como Piloto de guerra, crónicas de los comienzos de la era de la aviación como Vuelo nocturno o Tierra de hombres; y mucho menos con su archifamoso El principito.

Ciudadela es un libro inclasificable. Se basa en los pensamientos de un príncipe al que podemos adivinar árabe. Éste reflexiona acerca de todos los aspectos de la vida que considera trascendentales. La lista es heterogénea y nutrida. La fe, la justicia, el poder, el amor, el trabajo, la mujer, Dios, y el más largo etc. que se pueda imaginar.
Casi es imposible encontrar una estructura en el texto. No es un libro de teología, ni de filosofía, ni de poesía, ni de aforismos, y es todo eso a la vez. El príncipe es un máscara que usa Saint Exupery para plasmar su pensamiento, y lo que le permite esa máscara es analizar un mundo reducido de elementos casi esenciales, parecidos casualmente al paisaje que uno puede imaginarse para situar los personajes que trasuntan las páginas de la Biblia.

El desierto siempre presente, ciudades y pequeños pueblos miserables, el ejército, esclavos, labriegos, leprosos, trabajadores y artistas que sirven al príncipe. Además de elementos que se repiten una y otra vez como enormes símbolos que echan su sombra sobre todo el libro: el templo y la relación con las piedras que lo componen (metáfora de la religión y sus feligreses, como las piedras están impedidas de entender el templo ellos están impedidos de entender a Dios); el árbol (no cualquier árbol, el cedro) que busca la luz aún encerrado en una habitación a oscuras, nutriéndose del suelo y encontrando el modo de hallar eso que busca; la ciudad entendida como una navío que viaja en el desierto; el rey que vive en los recuerdos de su hijo el príncipe aleccionándolo en los misterios del poder imperial. Palacios, ciudades amuralladas, sólo alguna vez se le escapa a Saint Exupery que un soldado lleva un fusil, restituyéndonos al siglo XX desde este mundo de ensueño que más se parece al de las Mil y una noches.

Porque si a algo me hizo acordar Ciudadela fue a la interpretación gráfica que hace el genial Toppi de Las mil y una noches. Sus imágenes sugestivas, expresionistas y misteriosas, que tan bien transmiten eso que imaginamos el desierto donde bailan los espejismos y los espíritus de la soledad, me vinieron una y otra vez a la mente.
¿Y cómo se lee Ciudadela? Con mucha paciencia. En los comentarios que leí en la Web ganaban por goleada los que habían abandonado su lectura. Todos coincidían en la calidad de sus reveladoras frases, pero pocos lo habían terminado. Es cierto, Ciudadela es árido y difícil de digerir; pero me resultó más fácil cuando comprendí que era, o interpreté que era, al menos en parte, prosa poética. 

Que eso es. Además de sentencioso. Además de intento de propagar una fe que Saint Exupery tiene pero se niega a explicar porque la divinidad no puede condescender a hacerse presente a los mortales, porque dejaría de ser divinidad. Además de escrito en segunda persona como una serie de lecciones o un libro de autoayuda. Para captar su parte más hermética me sirvió relajar mi expectativa tomando pasajes enteros como largos poemas, donde no buscaba un profundo y oscuro sentido a desentrañar en base a quebraderos de cabeza, sino una musical sucesión de palabras donde el sentido sobrenada de un modo muy superficial en la suave y dulce ligazón de una palabra con otra que no busca más funcionalidad que la belleza. Conocer otras obras del autor y comprender que ante todo y aun escribiendo prosa Saint Exupery siempre fue un poeta, me ayudó en este sentido.  

A veces no hay que hacer mucha pesquisa, la prosa poética deja paso a la verdadera poesía. Se da sobre todo cuando Saint Exupery utiliza repeticiones o enumeraciones, el ritmo poético es innegable. Querer encontrar un significado exacto a todo esto es imposible y supongo que ese esfuerzo es lo que ha hecho este libro inviable a muchos lectores.
Eso no quiere decir que todo el libro esté escrito en esta clave. Contrastando con estos textos, otros son verdaderos ensayos sobre temas que le preocupan al príncipe, a Saint Exupery detrás de la máscara del príncipe. Y ahí sí que es claro, sentencioso, prescriptivo y hasta muestra rasgos insólitos, como una poco solapada misoginia. ¿Pero el autor habla de la mujer del siglo XX o la de este reino imaginario situado a comienzos del cristianismo? En fin, que no se sabe a ciencia cierta.

Hasta en esos detalles da la sensación de que Ciudadela es un libro escrito por el autor para sí mismo, sin atender a las necesidades del lector para leerlo, ni a las dificultades de los editores para clasificarlo, ni a otra cosa que no fuera su propio deseo de escribir lo que le viniese a la mente sin la necesidad de dotarlo de una estructura ni de pensar el modo en que el público pudiese interpretarlo. Ciudadela es el límite donde llega el lenguaje para expresar lo inefable: la fe, el amor, el asombro ante la maravilla del universo o la abyección del hombre; cuando más que nunca se demuestra, como decía Alberti, que las palabras son palabras. 

Saint Exupery parece querer empujar ese límite para que el lenguaje exprese más de lo que puede expresar, diga más de lo que es capaz de decir. ¿El resultado es difícil de leer? Por supuesto. ¿Es malo, es bueno? Imposible de calificar. Es una textura que gira en torno a temas y símbolos recurrentes en la que están engarzadas, como las estrellas en la noche del desierto, las brillantes frases poéticas, reflexiones, imágenes, que Saint Exupery se las arregla para dibujar sutilmente en todas sus obras; ya sean las aventuras de los primeros aviadores, o el diálogo imaginario que un piloto perdido en el desierto mantiene con un príncipe venido del espacio que le pide le dibuje un cordero.