jueves, 28 de febrero de 2013

KAPUTT
Curzio Malaparte
Los libros de Nuestro Tiempo, José Janes Editor, Barcelona, 1947.

 

Tiro al blanco

Este es ni más ni menos que uno de esos libros que se compran de manera intuitiva. Sólo sabía que tenía ganas de leer a un autor italiano. Buscando, descubrí una edición antigua de Kaputt, la hojeé durante unos minutos y entendí que me había estado esperando quién sabe cuántos años en una estantería polvorienta. Más adelante compré baratos varios volúmenes más de este escritor semiolvidado, pero creo que Kaputt es su mejor obra (EMHO). Además el tema de la Segunda Guerra me interesa mucho, no por el interés militar o tecnológico que se que es lo que a muchos les gusta (lo que me da un poco de asquito) sino porque hace años que vengo intentando formar un rompecabezas dentro de mi cabeza (y todavía no lo consigo) para encontrar las razones por las cuales Europa prácticamente se destruyó a sí misma en cinco años.

El autor

Para entender Kapput hay que entender la vida de Malaparte, y esta es quizás la tarea más difícil. Porque este autor, aparte de periodista y escritor brillante (no escribe como periodista, que es en muchos caso el antónimo del escritor -polémica!); es uno de los personajes más contradictorios que a modo de cronistas, atravesaron el convulso escenario de la Segunda Guerra Mundial y nos dejaron semblanzas y aguafuertes de un acontecimiento que aún hoy es difícil de entender, por lo monstruoso.

Precisamente quizás por este carácter contradictorio de su personalidad, nos deje Malaparte una visión tan original de la guerra, porque, a pesar de oficiar de corresponsal periodístico, pudo recorrer los países aliados a la Alemania Nazi y neutrales, codeándose con  la alcurnia de invasores y nobles invadidos y en decadencia; conocidos suyos de su carrera como diplomático del régimen de Mussolini.

Malaparte era hijo de padre alemán y madre italiana. Su nombre real era Kurt Suckert. Su seudónimo es una evidente ironía en relación a Bonaparte. Fue educado como un perfecto burgués y siguió la carrera de periodista. Como corresponsal y como Capitán del ejército italiano participó en la Primera Guerra, donde fue condecorado varias veces. De regresó se afilió al fascismo y participó de la Marcha sobre Roma de Mussolini. Después de eso fundó y fue parte de diversos medios de prensa, diarios y revistas.

Formó por esos años parte del cuerpo diplomático italiano, codeándose con la nobleza y la alta burguesía de toda Europa. Ya célebre por libros como La revuelta de los santos y Técnica del golpe de estado, fueron estos quienes le trajeron la condena de Mussolini. Lo que le valió ser desafiliado del partido fascista y pasar cinco años en la cárcel, por sus críticas al régimen del Duche. Sólo fue liberado por la intervención del Conde Galeazzo Ciano, yerno de Mussolini. Durante la segunda guerra fue varias veces encarcelado por el régimen fascista, ya que sus artículos enviados desde el frente continuaban siendo críticos al gobierno. Fue refugiado en Suecia y Finlandia (neutrales) y recorrió el frente ruso y la Europa oriental, alternado con los invasores del eje con quien mantenía excelentes relaciones, y en ocasiones también con sus víctimas.

Al concluir la guerra trabajó como enlace militar italiano con EEUU. Después, en otro de los inexplicables quiebres de su ideología, se afilió al partido comunista y en el ocaso de su vida visitó China (la crónica de ese viaje se publicará de manera póstuma), por cuyo régimen comunista-maoísta profesaba una declarada simpatía.

El libro

Kapput es un libro episódico, pero los episodios que se enhebran en su trama no tienen por fuerza que ser leídos linealmente. Podemos abrir sus páginas en cualquier lugar y encontrar historias breves, a modo de artículos que empiezan y terminan, sin relación entre sí. Es decir, la relación de todas las historias es este devenir de Malaparte por el frente enemigo a los aliados, un camino que no tiene más lógica que la del cronista enviado por un medio periodístico, y la del evadido que por momentos se escapa del régimen fascista italiano que lo quiere mandar preso.

Como otrora y más brillantemente desde luego, Leon Tolstoi alternó el escenario de la guerra con el de la pacífica aristocracia moscovita que seguía de tertulia mientras Napoleón evolucionaba por la estepa en La guerra y la paz; Malaparte alterna relatos del frente con la descripción de esta nueva sociedad cortesana surgida con el gobierno de Mussolini, al frente de la cual estaba Ciano. Estos son los tramos más flojos del libro, este escarceo sin fin de la alta sociedad, este puterío de nuevos nobles aliados con la vieja nobleza italiana (Italia estaba plagada de duques, condes y príncipes, algunos sin un centavo), tiene también algo de Proust, pero lamentablemente sin ser Proust.

Lo verdaderamente jugoso del libro son las descripciones del frente ocupado por el nazismo. Un escenario oculto al relato occidental (aliado) de la guerra. Malaparte tenía acceso, como Capitan del ejército, tanto a la zona de guerra como a lo altos mandos de los invasores (y sus esposas e hijas), a los que les narraba las atrocidades de la guerra en noches regadas de burbujas y huevos de esturión. Algunas de las historias que cuenta Malaparte para hacer sonrojar a alguna princesa o dejar con la boca abierta a cierto agregado diplomático, llevan la marca de la fantasía o al menos de la exageración. Caballos congelados en lagos de Finlandia, que sacaban sus cabezas todavía encabritadas fuera del hielo y que eran usadas por Malaparte y un interlocutor como improvisados asientos. Cadáveres de soldados rusos utilizados por los alemanes como señales de tránsito (los brazos congelados indicaban la dirección a seguir). Un general alemán que incapaz de pescar un salmón tras horas de lucha lo manda a fusilar por su edecán. Un reno que muere frente a una embajada mientras los diplomáticos de varios países lo miran sin hacer nada (esto no es más que un símbolo de Europa moribunda). Por momentos Malaparte se nos antoja un moderno Münchhausen que contase historias inventadas a una audiencia atónita, pero esas historias (muchas incomprobables) no son sino simplemente el resultado de otra cosa mucho más parecida a la mentira, a la fantasía o a la locura: la guerra.

Conclusiones

Kaputt es un libro digno de leerse. La descripción de una Europa en vías de volverse kaputt, el cadáver de un continente. Y la descripción además del lado de la guerra que no narraron los triunfadores. Malaparte es además un buen escritor, poético por momentos en las descripciones del frente de guerra, quizás un poco extenso en la narración de las alternativas de sus escarceos palaciegos, un poco fantasioso y siempre dispuesto a dejarse a sí mismo bien parado (si cena a la noche con el gobernador alemán de la Polonia ocupada, dedica la mañana a llevar correspondencia contrabandeada a los judíos de Varsovia). Una crónica más, y muy interesante, para seguir completando un  patchwork que pueda echar un poco de luz al tema de la guerra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario